El Romanticismo en España: Contexto, Características y Legado Literario del Siglo XIX

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A comienzos del siglo XIX, Europa vivió una etapa de profundos conflictos entre absolutistas y liberales, un eco de la Revolución Francesa. En España, este periodo estuvo marcado por la invasión napoleónica, que desencadenó la Guerra de la Independencia y sumió al país en una profunda crisis. A pesar de la promulgación de la Constitución de Cádiz en 1812, el regreso de Fernando VII al poder restauró el absolutismo. Tras años de inestabilidad política, el reinado de Isabel II permitió el retorno del liberalismo y una cierta alternancia política.

Surgimiento y Características del Romanticismo

En este convulso contexto histórico y social, surge el Romanticismo, un movimiento cultural originado en Alemania e Inglaterra. Este movimiento defendía fervientemente la libertad, el individualismo, la imaginación y lo irracional, posicionándose como una clara antítesis al racionalismo ilustrado. En España, el Romanticismo llegó con cierto retraso, pero dejó una huella indeleble en las artes y, especialmente, en la literatura.

Las principales características del Romanticismo español incluyen:

  • La evasión hacia lugares exóticos o tiempos pasados, como la idealizada Edad Media.
  • La exaltación del sentimiento nacional y el interés por el folklore.
  • La concepción de la naturaleza como un reflejo de las emociones humanas.
  • La rebeldía ante las normas sociales y las convenciones establecidas.

La Poesía Romántica: Expresión del Alma

Dentro de la literatura romántica española, la poesía fue, sin duda, el género más cultivado y representativo. Los temas recurrentes abordaban el amor imposible, la búsqueda de la libertad, la omnipresencia de la muerte o la reflexión sobre la propia creación poética, todo ello expresado con un estilo enfático y retórico.

Podemos distinguir dos grandes etapas en la poesía romántica española:

  • Primera mitad del siglo (Romanticismo pleno): Predominó una poesía de carácter narrativo, con figuras destacadas como José de Espronceda y José Zorrilla.
  • Segunda mitad del siglo (Posromanticismo): Se impuso una lírica más íntima y sencilla. Aquí brillaron autores como:
    • Gustavo Adolfo Bécquer: Sus célebres Rimas exploran temas universales como el amor, el desengaño, la muerte y la esencia de la poesía misma.
    • Rosalía de Castro: Escribió tanto en gallego como en castellano, abordando la melancolía, la injusticia social y la frustración ante la realidad.

La Narrativa y la Prosa Romántica

La narrativa romántica en España fue menos prolífica que la poesía. Sin embargo, destacan algunas obras y géneros:

  • La novela histórica, con ejemplos como El señor de Bembibre de Enrique Gil y Carrasco.
  • Los relatos breves fantásticos de Bécquer, recopilados en sus Leyendas, que exploran temas medievales y sobrenaturales.

En cuanto a la prosa no ficticia, sobresalieron los cuadros de costumbres, que retrataban la vida cotidiana y las tradiciones españolas, con Ramón de Mesonero Romanos como su máximo exponente. Asimismo, los artículos críticos y satíricos de Mariano José de Larra ofrecieron una aguda visión de la sociedad de su tiempo.

El Drama Romántico: Pasión en Escena

El teatro fue otro de los géneros donde el Romanticismo encontró una poderosa vía de expresión. El drama romántico triunfó en los escenarios, caracterizado por:

  • Escenarios abruptos o de ambientación medieval.
  • La ruptura de las unidades clásicas (tiempo, lugar, acción).
  • La polimetría (uso de diferentes tipos de versos).
  • Un lenguaje grandilocuente y apasionado.

Entre las obras clave del drama romántico español se encuentran:

  • La conjuración de Venecia de Francisco Martínez de la Rosa.
  • Don Álvaro o la fuerza del sino del Duque de Rivas.
  • Don Juan Tenorio de José Zorrilla, una obra que, hacia 1850, marcó el final del Romanticismo pleno en España.

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