Romanticismo Literario y Teorías Estéticas: Belleza y Creación Artística
Clasificado en Plástica y Educación Artística
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Características Literarias y Estéticas
Rasgos de un Movimiento Literario Clave
Temas
- Amor ideal: rompe convenciones sociales.
- Honor.
- Historia nacional: elementos legendarios, caballerescos y aventureros.
- Finales y destinos trágicos.
Personajes
- Héroe: Origen desconocido y misterioso, oculta su personalidad, busca libertad o mujeres.
- Heroína: Inocente, dulce, con intensidad de pasión.
- Personajes marginales o misteriosos.
Ambientes
- Nocturnos e inhóspitos (castillos, cementerios, tormentas).
Finalidad
- Conmover y emocionar más que enseñar (énfasis en escenografía, decorado y atmósfera).
Recursos Formales
- Mezcla de tragedia y comedia.
- División en cinco actos (sin criterio uniforme).
- Rechazo de la regla de las tres unidades (acción, lugar, tiempo).
- Polimetría: mezcla de verso y prosa.
- Decoro: uso de estilo sublime o bajo según la situación y los personajes.
- Lenguaje exagerado (exclamaciones e interrogaciones) para mostrar acumulación de sentimientos.
Autores Representativos
- Larra, Macías.
- Duque de Rivas: Don Álvaro o la fuerza del sino.
- Francisco Martínez de la Rosa: La conjuración de Venecia.
- José Zorrilla: Don Juan Tenorio, Traidor, inconfeso y mártir.
Conceptos Fundamentales de Belleza y Arte
La Belleza: Perspectivas Filosóficas
La belleza es una cualidad inherente al objeto que provoca una experiencia estética en quienes se acercan a él con una actitud desinteresada.
Desde esta óptica, el juicio estético puede aspirar a la universalidad, ya que se fundamenta en las cualidades intrínsecas del objeto. Sin embargo, no todos son capaces de apreciarlas, ya sea por no adoptar la actitud necesaria o por falta de sensibilidad.
«La belleza del cuerpo humano consiste en una cierta armonía, y la armonía es una justa proporción».
— Marsilio Ficino, De amore, 1594.
Según otro enfoque, carece de sentido buscar valores objetivos comunes en lo que denominamos bello, ya que la belleza que atribuimos a las cosas depende en gran medida de la percepción del sujeto. Es decir, somos nosotros quienes decidimos qué consideramos bello o no, en función de lo que nos transmite. Lo que realmente merece el calificativo de bello es la emoción o el sentimiento que se despierta en nosotros, más que el objeto en sí.
Por lo tanto, la belleza no es algo objetivo. En distintas épocas y culturas, las percepciones sobre la belleza varían, e incluso dentro de una misma cultura y época, difieren entre individuos.
«La belleza [...] no es tanto una cualidad del objeto que se contempla, sino un efecto producido en quien lo contempla. Si nuestros ojos fuesen más largos o más cortos de vista, o si nuestro temperamento fuese otro, las cosas que ahora nos parecen bellas nos parecerían feas, y las que ahora nos parecen feas se volverían bellas. La mano más bella vista al microscopio parecerá terrible. Ciertos objetos que vemos bellos de lejos son feos cuando se los ve de cerca; de forma que las cosas consideradas en sí mismas [...] no son bellas ni feas».
— Baruch Spinoza, Carta LIV a Hugo Boxel, 1674.
El Arte como Forma
Esta concepción, más tardía, parece exclusiva de algunas corrientes estéticas contemporáneas. Quienes la defienden sostienen que lo esencial del arte es la forma, no el contenido o la historia que esta pueda albergar. En toda obra de arte, existen dos planos diferenciables: el plano del contenido (el tema o los sentimientos que la obra comunica) y el plano de la forma (el medio para materializar y expresar dicho contenido).
Para los formalistas, el arte debe despojarse de todo contenido, ya que lo específicamente artístico reside en la forma. El arte abstracto es el exponente más claro de esta concepción. Wassily Kandinsky, por ejemplo, evolucionó de la pintura figurativa al arte abstracto, como se aprecia en la obra siguiente.
Centro acompañado, de Wassily Kandinsky (1937).
El Arte como Realidad Imaginativa
Esta es, quizás, la concepción más minoritaria de las presentadas. Sostiene que el arte no es una realidad física (como el lienzo de Las Meninas de Velázquez), sino una realidad imaginativa: la idea que Velázquez concibió al pintar Las Meninas y la imagen mental que se forma cada espectador.
Por lo tanto, según esta perspectiva, es crucial diferenciar el arte (la imagen mental) de su plasmación física (la obra de arte). Esta última se considera imperfecta e inferior en comparación con la primera. La obra de Frida Kahlo que se presenta a continuación nos invita a sumergirnos en esta realidad imaginativa.
Las dos Fridas, de Frida Kahlo (1939).