Rousseau y Maquiavelo: Concepciones del Estado, el Poder y la Ética Política
Clasificado en Filosofía y ética
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Jean-Jacques Rousseau y la Voluntad General
En el cuarto y último libro de su obra, Rousseau comienza abordando la bondad y rectitud de los hombres sencillos, quienes, según él, necesitan pocas leyes. Vuelve a insistir en la noción de voluntad general, definida como la voluntad constante de todos los miembros del Estado.
Tras discutir sobre las elecciones, dedica un extenso capítulo a la historia de Roma. A continuación, defiende la necesidad de la dictadura como un elemento crucial para prevenir y solucionar los momentos de crisis en las repúblicas. También considera esencial la censura, entendida como la manifestación de la opinión pública.
Al final de este capítulo, Rousseau lanza una crítica contundente a la religión cristiana, argumentando que es incompatible con la libertad y que lo cristiano se opone a la república. En su lugar, aboga por una profesión de fe completamente civil y propone, frente a los dogmas religiosos, las normas de sociabilidad como fundamento de la convivencia.
Nicolás Maquiavelo: El Príncipe y la Ciencia Política
Nicolás Maquiavelo es ampliamente considerado el padre de la ciencia política, principalmente porque fue el primero en separar claramente la política de la ética. Antes de él, la mayoría de los teóricos sostenían que la virtud moral de la justicia debía ser el principio fundamental de la política: las leyes debían ser justas, un buen gobierno era un gobierno justo, y cualquier acción o decisión política debía estar inspirada en la justicia.
Maquiavelo, en contraste, se propuso investigar cómo son las cosas en política y no cómo deben ser. Quiso conocer las distintas formas de gobierno que han existido, cómo se suceden a lo largo del tiempo y cuál es la más adecuada para una sociedad específica en una época concreta. Sus investigaciones lo llevaron a una serie de conclusiones, referidas principalmente a la Italia de su época, que expuso en su obra más influyente, El Príncipe. A continuación, se presentan las más importantes:
Conclusiones Clave de El Príncipe
- La mejor forma de gobierno fue la república romana. El equilibrio de poderes que estableció —con sus cónsules, pretores y censores elegidos periódicamente de entre la aristocracia romana— redujo el riesgo de abuso de poder, favoreció la participación ciudadana y contribuyó a salvaguardar la libertad.
- Todas las formas de gobierno están sometidas a la ley de la decadencia histórica. Según esta ley, las monarquías degeneran inexorablemente en tiranías; las aristocracias, en oligarquías; y las democracias (como la república romana), en sistemas demagógicos y corruptos.
- Una república corrupta no es capaz de regenerarse a sí misma. La concentración de poder en una sola persona es la única forma de gobierno capaz de regenerar una democracia corrompida.
El Príncipe Necesario para la Regeneración
En el siglo XVI, Italia se encontraba en una situación de profunda corrupción y disolución de la vida política. A juicio de Maquiavelo, esta situación requería una regeneración que solo podía llevar a cabo la figura de un príncipe dotado de amplios poderes.
- Los principios que deben inspirar la acción política del príncipe son el mantenimiento del orden social y la conservación del orden político que le han sido otorgados.
- Las virtudes que debe atesorar el príncipe son la sagacidad del zorro, que sabe esquivar las trampas, y la determinación del león, que ahuyenta a los lobos. La sagacidad lo ayudará a valorar bien las distintas situaciones y a tomar las decisiones acertadas, mientras que la determinación le servirá para llevar a cabo aquello que se proponga.