Rubén Darío y la Huella del Modernismo en la Literatura Hispánica

La Trayectoria Poética de Rubén Darío

Este escritor nicaragüense es el más importante del Modernismo, considerado como el gran renovador de la poesía en lengua castellana en el paso del siglo XIX al XX, tanto en los temas como en el lenguaje o la métrica. Su trayectoria evoluciona del modernismo “alegre y despreocupado” al modernismo “reflexivo y angustiado”, incorporando también preocupaciones sociales.

Primer Periodo

Su obra Azul... (1888) es la primera afirmación del Modernismo literario. Consta de composiciones escritas en verso y en prosa, donde se manifiestan las directrices de la nueva estética: el exotismo, la elegancia, el sentimentalismo y el erotismo. Destacan el color azul (símbolo de ideal) y el cisne. Se evidencia un rechazo hacia lo español. Esa línea elegante se consolida en Prosas profanas (1896), obra poblada de marquesas crueles, princesas y cisnes. Esta obra sorprendió desde su propio título y el tema por excelencia es el erotismo.

Segundo Periodo

Aparecen temas de la realidad americana, preocupaciones sociales y existenciales. De mayor intimismo, reflexiona sobre la propia existencia, el tiempo, la muerte, la religión y el arte. Cantos de vida y esperanza (1905) es la obra más representativa. La mayoría de los poemas encubren los conflictos internos del poeta a través de imágenes y figuras propias de la mitología griega. A diferencia de los periodos anteriores, aquí el lenguaje se aleja de la pomposidad, el exotismo y la exagerada sensualidad. Junto a esta obra destacamos El canto errante (1907).

El Estilo de Rubén Darío

• En métrica, antepuso la musicalidad a cualquier otro criterio, otorgando enorme importancia al ritmo. Recupera la cuaderna vía, inventa estrofas nuevas o usa el verso libre.
• Destaca también por la renovación del lenguaje poético, visible en el léxico y en la selección de campos semánticos que connotan refinamiento. En muchos poemas aparecen cisnes, símbolo ambivalente que puede representar la belleza.

La Repercusión del Modernismo en España

En líneas generales, puede decirse que el Modernismo español es más intimista que esteticista, presenta menos brillantez externa y menos sonoridades: más Simbolismo y menos Parnasianismo. Es una poesía introspectiva, vagamente triste y melancólica.

Antonio Machado

• Primera etapa, con Soledades, galerías y otros poemas (1907), se inscribe en el modernismo simbolista. Utiliza símbolos como el camino, el espejo, el cristal, la fuente, el río, el mar, el jardín (símbolo de la conciencia del poeta). Se centra en la expresión de las emociones y sentimientos como la tristeza, con un tono melancólico. El tema es el tiempo, la nostalgia y la confusión entre el presente y el pasado mediante los recuerdos.
• Machado evolucionará hacia la corriente regeneracionista del 98 en Campos de Castilla (1912) y hacia una poesía de enfoque reflexivo (Nuevas canciones, 1924). También en prosa con Juan de Mairena.

Juan Ramón Jiménez

Obsesionado por conseguir la perfección, ordenaba y corregía continuamente sus versos. Es muy famosa una dedicatoria suya: "A la minoría, siempre".

Etapa Sensitiva

Sus primeras obras muestran un tono decadente y neorromántico. Rimas (1902), Arias tristes (1903) y Jardines lejanos (1904) dejan traslucir la influencia de los simbolistas franceses: sentimientos de soledad y melancolía, paso del tiempo, presencia de la muerte, recuerdos, jardines, fuentes, paisajes otoñales… Posteriormente pasó por otras dos etapas: la intelectual (1916-1936), en la que destaca el Diario de un poeta recién casado (1916); y la etapa suficiente y verdadera (1937-1958), en la que el poeta se aísla del mundo, se encierra en sí mismo e intenta crear una obra cada vez más exigente.

Ramón Mª del Valle-Inclán

Aunque destaca como excelente narrador y dramaturgo, escribe también poesía y algún libro ensayístico como La lámpara maravillosa, donde expone su estética simbolista. Podemos clasificar su obra en dos estilos:

Estilo Modernista

Donde priman los valores musicales y pictóricos. En prosa destacan sus cuatro Sonatas (1902-1905): de Otoño, de Estío, de Primavera y de Invierno, supuestas memorias del Marqués de Bradomín, un don Juan “católico, feo y sentimental”. Las obras teatrales del ciclo modernista parecen más “poemas dramáticos”, escritos en verso sonoro y ambientados en la Edad Media (Cuento de abril, Voces de gesta).

Valle-Inclán y la Superación del Modernismo

Valle-Inclán va abandonando la estética modernista para adoptar una postura más crítica con su tiempo, a través del esperpento, que deforma la realidad.