San Agustín: Amor, Libertad y Virtudes Cardinales en el Cristianismo
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San Agustín: Amor, Libertad y las Cuatro Virtudes Cardinales
1. El Anhelo de Felicidad y el Amor en el Cristianismo
San Agustín postula que el anhelo fundamental del ser humano es ser feliz, y el amor es un componente esencial en este camino. El cristianismo ofrece una comprensión clara de nuestra posición en el mundo: Dios es el camino a la verdad y a la vida. Este Dios se encarna en la figura de Jesucristo, asumiendo una condición humana. La verdadera amistad, según esta perspectiva, solo puede existir entre aquellos que comparten una semejanza, una conexión profunda.
2. La Libertad Humana y la Imagen de Dios
El ser humano comparte la libertad con Dios, y esta es una manifestación de la imagen divina en nosotros. Esta imagen se expresa en dos facultades principales:
- Libertad: La capacidad de elegir y tomar decisiones.
- Inteligencia: La capacidad de razonar y comprender.
San Agustín se refiere al "Logos" como el entendimiento divino. La razón humana participa de esta razón divina, lo que nos permite discernir el bien, la verdad y la belleza. Los cristianos, en este sentido, entienden que Dios es Logos.
El hombre es "capax Dei", es decir, capaz de Dios. Dios nos ha amado desde siempre, y nuestro destino puede ser de lejanía (infierno) o de cercanía (cielo) con Él, dependiendo de nuestras elecciones.
Existe una "Inteligencia ordenadora", un principio intrínseco que ordena todo el universo. Para los cristianos, este principio es Dios.
La Iglesia y la Igualdad de Género: Según la Iglesia, la mujer nace de la costilla de Adán, cerca del corazón. Esto simboliza que hombre y mujer son iguales en dignidad, aunque distintos en vocación y complementarios entre sí.
3. La Sociabilidad Humana
El ser humano es un ser social por naturaleza, que busca la amistad. La primera amistad se da entre el hombre y la mujer, y la familia es la base de la sociedad.
4. La Voluntad y el Cuerpo
El alma tiene la capacidad de mandar sobre el cuerpo, pero esta capacidad se ve disminuida cuando el alma intenta mandarse a sí misma. La razón de esta imperfección, según San Agustín, es un misterio, una ruptura en el esquema original. Nuestra voluntad está dañada, y hacer el bien plenamente es imposible sin la ayuda divina. El mal entró en el mundo como consecuencia del pecado original, resultando en un alma dividida entre el querer y el no querer.
San Agustín experimentó esta lucha interna, llorando por su incapacidad y miseria, y pidiendo la ayuda de Dios. En un momento de revelación, abre un códice, lee un capítulo y siente una luz interior que transforma su ser.
5. Las Virtudes Cardinales
San Agustín destaca cuatro virtudes cardinales, fundamentales para la vida cristiana:
Prudencia
Es la virtud fundamental, la guía para actuar correctamente. Implica un proceso de:
- Deliberación: Pensar, evaluar y decidir con lentitud, escuchando la realidad.
- Juicio: Emitir un juicio sobre la acción a realizar.
- Imperio: Ejecutar la acción con rapidez, ya que la realidad es cambiante.
Para ser prudente, se requiere:
- Memoria: Un registro fiel de las experiencias pasadas.
- Docilidad: La disposición a aprender y aceptar consejos.
- Solercia: La capacidad de discernir rápidamente las cosas.
Justicia
Es la virtud que nos impulsa a dar a cada uno lo que le corresponde, estrictamente lo debido. Se divide en:
- Partes integrales: Los elementos que conforman la justicia.
- Partes subjetivas: Hacer el bien y evitar el mal, dependiendo de cada sujeto.
- Partes potenciales: Las que pueden o no darse, como en las relaciones con desigualdad (padres e hijos).
Fortaleza
Es la virtud que nos permite permanecer firmes en el bien a pesar de las adversidades. Se relaciona con el apetito irascible.
Templanza
Es la virtud que modera el apetito concupiscible, proporcionando tranquilidad al espíritu. Implica un dominio interior, ya que quien se deja llevar por sus deseos se pierde y es dominado. La templanza, por tanto, es poseerse a sí mismo.