San Agustín: Dios, Creación, Libertad e Historia
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Dios y la Creación según San Agustín
La investigación de Agustín nos lleva a comprender las características del alma y de Dios. La Patrística entendía que la existencia de Dios es demostrable, pero conocer su existencia no implica conocer la totalidad de su ser. Agustín identifica el objeto último de la Metafísica, el ser, con el objeto de la Teología: Dios.
A diferencia de las realidades mutables, Dios es esencia pura, inmutable y el ser en sí mismo. El Dios de Agustín crea el mundo a partir de arquetipos que existen en su mente desde siempre, es decir, de la nada. La creación es un acto libre de la voluntad divina, que solo se rige por sí misma.
Libertad e Historia en la Filosofía Agustiniana
Para Agustín, el mal es la privación del bien, carente de realidad propia. Los aspectos positivos de la creación provienen de Dios, mientras que el mal surge del hombre, creado con la capacidad de elegir erróneamente, alejándose de la verdad y de Dios.
El objetivo de la libertad es acercarse a Dios, donde se alcanza la paz y la verdadera libertad. El hombre, limitado e imperfecto, necesita la iluminación de la gracia. Esta gracia transforma el amor propio en amor a Dios.
Según San Agustín, las sociedades humanas se organizan bajo dos principios: la Ciudad de Dios, regida por el amor a Dios, y la Ciudad del Mundo, regida por el amor a sí mismo. La Ciudad de Dios se manifiesta en la tierra a través de la Iglesia, institución dedicada al amor a Dios. La Iglesia guía a los hombres desde el amor propio hacia el amor divino. Las sociedades deben organizarse bajo la guía de la Iglesia, a la cual deben mirar reyes y gobernantes.