San Agustín de Hipona: Pensamiento y Legado Filosófico

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Biografía de San Agustín de Hipona

Agustín de Hipona nació en Tagaste en el año 354. Hijo de padre pagano y madre cristiana (Santa Mónica), fue educado en el cristianismo. Estudió gramática y literatura latinas, y posteriormente enseñó retórica en Cartago.

En Milán, se puso en contacto con San Ambrosio, quien lo impulsó a convertirse al cristianismo en el año 386, influenciado también por la lectura de Plotino. En 388, regresó a África, donde fue obispo auxiliar y, más tarde, obispo titular de Hipona.

Murió en el año 430, mientras los vándalos sitiaban Hipona, coincidiendo con la caída del Imperio Romano de Occidente.

San Agustín es reconocido como el primer autor en escribir una autobiografía, sus célebres Confesiones, y también es el autor de la monumental obra La Ciudad de Dios.

Pensamiento Filosófico Agustiniano

Relación entre Razón y Fe

San Agustín no se preocupó por trazar fronteras rígidas entre la fe y la razón. Pensaba que ambas tienen la misión de esclarecer la verdad, que no es otra que la verdad cristiana. En este sentido:

  • En un principio, la razón ayuda al hombre a alcanzar la fe.
  • La fe orientará e iluminará a la razón.
  • La razón contribuirá a esclarecer los contenidos de la fe.

Este proceso se puede esquematizar como una interdependencia mutua: Razón conduce a Fe, Fe ilumina Razón, Razón profundiza Fe.

Platonismo Cristiano e Interiorización

Agustín de Hipona fue una figura culminante del platonismo cristiano. Conoció el pensamiento platónico a través de obras como el Fedón y el Timeo, lo que le permitió afirmar la profunda relación entre el platonismo y la fe cristiana.

El pensamiento agustiniano es vigoroso y apasionado, y arranca con la llamada a la interiorización, una clara influencia platónica:

“No salgas fuera, vuélvete a ti mismo; la verdad habita en el interior.”

Para San Agustín, el conocimiento no proviene de los sentidos, sino de esta interiorización, que lleva al ser humano a buscar la verdad en su propio interior. Desde esta postura, es posible alcanzar verdades absolutas. Este proceso consta de dos pasos:

  1. El hombre debe reconocer que él mismo es mutable (cambiante) y, a pesar de ello, encuentra verdades no cambiantes que son superiores a él (Dios).
  2. Así como Platón reconocía que las ideas son inmutables y necesarias, y no pueden tener explicación en el alma humana, San Agustín las ubica en la mente divina (superior a los hombres), es decir, en Dios. Dios es la única verdad absoluta, cambiando la ubicación del Topos Uranos (mundo de las ideas) a la mente divina.

Teoría del Conocimiento: La Iluminación Divina

Ante la pregunta de cómo el hombre puede alcanzar este conocimiento de las ideas absolutas, la respuesta de San Agustín ya no es la reminiscencia (como decía Platón), sino la iluminación divina.

Las ideas están en Dios como arquetipos o modelos de las realidades mutables. Por lo tanto, el alma conoce las verdades inmutables por una iluminación directa de Dios.

Esta teoría dio lugar a diversas interpretaciones:

  • Se compara con la idea del Sol (la Idea del Bien) que tenía Platón, que ilumina el mundo inteligible.
  • La iluminación nos llega por una vocación, por una llamada de Dios.
  • La iluminación se considera un escalón entre el mundo sensible y el mundo inteligible, permitiendo el acceso a la verdad.

Filosofía de la Historia

San Agustín es considerado el primer pensador que analizó sistemáticamente el sentido de la historia. Dos circunstancias principales lo motivaron a esta reflexión:

  1. Concibió la historia como el escenario donde Dios se manifiesta y donde tiene lugar la salvación de la humanidad.
  2. La caída inminente del Imperio Romano de Occidente.

En su reflexión sobre la historia, podemos identificar dos elementos clave:

Concepto de Tiempo Lineal

Los objetos del mundo se caracterizan por su mutabilidad y contingencia (no son entidades necesarias y, por lo tanto, no se han podido dar a sí mismas el ser). Esto equivale a que todo ha sido creado por un ser inmutable: Dios.

Dios es inmutable, está fuera del tiempo, y su creación y acción sobre el mundo también. Dios crea el mundo con el tiempo, y cada uno de nosotros aparecerá en el momento elegido por Él. De este modo, se rompe la idea griega de tiempo circular, transformándola en un tiempo lineal que va desde la Creación hasta el final de los tiempos, ambos elegidos y determinados por Dios.

El Plan Divino y las Dos Ciudades

El otro elemento fundamental es la realización de un plan divino por parte de Dios. Dios contiene los modelos arquetípicos de todos los seres. Toda la historia está sometida a la voluntad de Dios; solo Él sabe adónde nos dirigimos y qué es lo que quiere de nosotros.

La humanidad se divide en dos grandes grupos, que coexisten en el mundo desde el principio:

  • Ciudad Terrena: Se vive según los hombres, gobernada por el diablo, es la ciudad de los pecadores.
  • Ciudad de Dios: Se vive en armonía con Dios, reina eternamente Dios y es la ciudad de los santos.

El final de la historia será la unificación en una única ciudad, gobernada y reinada por Dios.

La Iglesia y el Estado

San Agustín adopta el cristianismo como religión oficial, ya que considera que la Iglesia es la única sociedad perfecta y, por tanto, superior al Estado.

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