San Agustín: Teoría Social y la Dualidad de las Ciudades

Clasificado en Griego

Escrito el en español con un tamaño de 4,55 KB

El Problema de la Sociedad: Teoría Social según San Agustín

San Agustín es el primer pensador que analiza el sentido de la historia humana y la concibe como el escenario donde Dios se manifiesta al hombre y donde se produce la salvación. Así, la historia es lineal, teniendo un principio y un fin, y adquiriendo un significado global al final de los tiempos. En este desarrollo histórico, San Agustín señalará que existen dos grandes grupos humanos según sea el objeto de su amor: los que se aman a sí mismos por encima de todo (la Ciudad Terrenal) y los que aman a Dios por encima de todo (la Ciudad de Dios). Estas dos ciudades están mezcladas en cualquier sociedad a lo largo de la historia, manteniendo una lucha ética entre sus componentes. La historia humana avanza hacia el triunfo y salvación de los integrantes de la Ciudad de Dios, que se dará al final de los tiempos.

El Sentido de la Historia

Las dos ciudades persistieron y persistirán a lo largo de la historia, bajo la diversidad de pueblos. La Ciudad Terrenal es temporalmente anterior, porque todos los humanos fueron pecadores y antepusieron el amor a sí mismos al amor de Dios. Pero la superioridad de la Ciudad de Dios hará que ella perdure. La progresiva construcción en el tiempo de la Ciudad de Dios es lo que confiere profundo sentido a la historia. Esta debe ser juzgada, no por lo que puntualmente acontece, sino por su progresión hacia ese ideal de desprendimiento de los egoísmos y del amor propio, para que el campo de la caridad cristiana se vaya ampliando en el mundo.

Adecuación del Orden Político a la Fe

En el hombre existen dos inclinaciones: la del amor propio que nos lleva al pecado, y la del amor a Dios que nos lleva a la virtud. En base a estos dos impulsos humanos, Agustín traza su teoría de las dos ciudades. La comunidad de los fieles que se guían por el amor a Dios es la Ciudad de Dios, siempre enfrentada a la Ciudad Terrena de los hombres que se aman a sí mismos. Como en casi todos nosotros viven enfrentados la carne y el espíritu, todos somos miembros de estas dos ciudades que están en una perenne pugna. La Ciudad de Dios es la comunidad de los santos y solo vencerá definitivamente cuando llegue el fin de los tiempos. Por lo tanto, la Ciudad de Dios no es una utopía factible en el tiempo como la ciudad ideal de Platón, sino una realidad que se efectuará solo tras el Juicio Final.

El Orden Político (Ciudad Terrenal)

El orden político (Ciudad Terrenal) es fruto del pecado original, no entraba en el plan original de Dios, pero el creador tuvo que instituir el Estado para que el hombre pudiese tener un control colectivo sobre los apetitos de la carne. Esto nos lleva a la idea agustiniana de que el Estado solo es justo cuando los hombres virtuosos gobiernen sobre los pecadores en la medida que lo permita el orden terrenal. Como la virtud y la sabiduría verdaderos solo proceden de Dios, la Ciudad Terrenal será más justa cuanto más se adecue a la Ciudad de Dios, quedando claro, por supuesto, que esta adecuación nunca será perfecta hasta el fin de los tiempos.

Si los gobernantes no se rigen por el amor a Dios sino por el amor propio e incitan a la población a amarse a sí mismos, en vez de a Dios, la diferencia entre una banda de ladrones y un Estado es de tamaño pero no de esencia. Sin amor a Dios, o en otras palabras, sin justicia no hay verdadero Estado. El objetivo de toda formación política justa es la paz entendida como tranquilidad y armonía social; en este orden terreno justo los hombres viven en el amor a Dios y al prójimo.

La Teoría del Derecho

La teoría del derecho es un reflejo de su filosofía política. En la cúspide de todo derecho está la Ley de Dios que es la razón divina, la ley que ordenó el universo. En un segundo nivel, está la Ley Natural, que es la imagen de la Ley de Dios que el hombre puede captar con su raciocinio; por ejemplo, la norma ―matar a un inocente está mal‖. Por último, la Ley Temporal es la ley de los hombres según aparece en cada sociedad. Lógicamente, la ley de un Estado será justa solo en la medida que derive de la Ley de Dios a través de la Ley Natural.

La filosofía política de Agustín justificó la mentalidad medieval que reivindicaba la primacía del poder espiritual de la Iglesia sobre el poder político terrenal.


J.M.R. Apuntes “ad usum privatum” de historia de la filosofía. Cgio. Salesiano “Hno. Gárate” (C.Real).2013-14

Entradas relacionadas: