La Segunda Guerra Púnica: De Sagunto a Zama

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Expansión cartaginesa en Iberia

El importe de las compensaciones tras la Primera Guerra Púnica era tan elevado que los cartagineses no podían pagarlas con los beneficios de sus dominios en África. Ante esta situación, Amílcar Barca puso sus ojos en la península ibérica y emprendió una expedición para explotar sus riquezas minerales. Conquistó zonas del sur y sometió a sus poblaciones. A su muerte, su yerno Asdrúbal cambió de táctica y estableció alianzas con diversas tribus ibéricas. Con los romanos, firmó el Tratado del Ebro, que delimitaba las áreas de influencia de ambas potencias.

El Casus Belli: Aníbal y la conquista de Sagunto

A Asdrúbal le sucedió como caudillo cartaginés Aníbal, quien modificó la política negociadora de su predecesor y reabrió las hostilidades al conquistar Sagunto, ciudad aliada de Roma. Como no disponía de una flota poderosa, decidió trasladar su ejército a través de los Pirineos y los Alpes, en una de las hazañas militares más audaces de la historia. El ejército romano, que lo esperaba en la costa, se vio obligado a dirigirse a la península Itálica para hacerle frente.

Victorias cartaginesas: Tesino, Trebia, Trasimeno y Cannas

El continuo hostigamiento de Aníbal empujó al Senado romano a un nuevo enfrentamiento, de trágica resonancia durante años. Roma reunió un ejército de ochenta mil hombres, el mayor que nunca hubiera comandado un general romano, y se enfrentó con Aníbal en la llanura de Cannas, en el año 216 a.C. La batalla fue una aplastante victoria cartaginesa, que dejó al ejército romano al borde de la aniquilación. A pesar de la victoria y las peticiones de sus generales, Aníbal no procedió al asedio de Roma, dado que carecía del equipamiento adecuado y no poseía una base de aprovisionamiento en Italia central. Su estrategia se basaba en debilitar la fuerza de resistencia de Roma destruyendo una y otra vez lo mejor de su ejército. Se dirigió hacia el sur de Italia con la esperanza de suscitar una rebelión entre las ciudades griegas del sur, lo que le permitiría contar con mayores recursos económicos para vencer a los romanos.

La resistencia romana y la contraofensiva

Ante la amenaza cartaginesa, Roma tomó severas medidas para la defensa, entre ellas el reclutamiento de todos los hombres mayores de 17 años aptos para las armas, así como la compra de 8000 esclavos jóvenes por parte del estado, con el fin de formar dos nuevas legiones. Gracias a estas medidas, la moral del pueblo romano se vio fortalecida. Roma llevó a cabo su contraofensiva en la península ibérica, donde fue reconquistando las ciudades tomadas por los cartagineses y se apoderó de Carthago Nova, la principal base cartaginesa en la península.

La batalla de Zama y el fin de la guerra

Publio Cornelio Escipión, el general romano que había dirigido la campaña en Iberia, convenció al Senado para que le permitiera dirigir un ejército contra la propia Cartago. Aníbal se vio obligado a regresar a África para defender su ciudad. Ambos ejércitos se enfrentaron en Zama, en el año 202 a.C. La batalla fue una victoria decisiva para Roma, que puso fin a la Segunda Guerra Púnica. Tras la derrota, Cartago se vio obligada a firmar un tratado de paz muy duro:

  • Limitar sus territorios a un área muy restringida alrededor de la ciudad.
  • Entregar su flota y elefantes de guerra.
  • Pagar una fuerte indemnización a Roma.

La Segunda Guerra Púnica supuso un punto de inflexión en la historia del Mediterráneo occidental. Roma se consolidó como la principal potencia del Mediterráneo occidental, mientras que Cartago quedó reducida a un estado dependiente de Roma.

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