La Segunda República: El Bienio Radicalcedista y La Revolución de 1934
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Alfonso XIII, el 13 de abril de 1931 lanzó un manifiesto en el que comunicaba que dejaba el trono. La II República fue proclamada al día siguiente, 14 de abril. El bienio reformista fue el periodo más activo de la República en cuanto a reformas. En septiembre de 1933, una serie de circunstancias como las maniobras políticas del Partido Radical de Lerroux, la pérdida de prestigio y apoyo popular del gobierno, hacen que se rompa la coalición republicana y se firme el Pacto de San Sebastián.
Finalmente Azaña presentó la dimisión y Alcalá Zamora convocó nuevas elecciones. La disgregación de los partidos de izquierda y la abstención anarquista favoreció la victoria de la coalición formada por los Radicales de Lerroux y la CEDA de Gil Robles. Lerroux asumió la jefatura del gobierno. Hasta 1934 se sucedieron nueve meses de dificultades en los que la tensión aumentó la polarización en dos bandos. El nuevo gobierno se dedicó a echar atrás las medidas revolucionarias del periodo anterior: se paralizó la reforma agraria, se decretó una amnistía para los militares participantes en el golpe de 1932, se detuvo la reforma militar, se paralizó el estatuto de autonomía para el P. Vasco, la política religiosa y educativa sufrió un cambio radical. Esta actitud provocó un intento de la izquierda por crear una república de los trabajadores mediante la revolución, que se materializó en La Revolución de Octubre de 1934.
Largo Caballero impulsó la Alianza Obrera y la creación de un comité para la organización del golpe revolucionario. El detonante fue la incorporación de tres ministros de la CEDA al gobierno. Como movimiento nacional la revolución fue un fracaso. Cuando la revolución finalizó el país estaba dividido. En Barcelona, la insurrección tuvo carácter independentista, y fue dirigida por el propio Companys. La revuelta fue reprimida por del Ejército y la autonomía de Cataluña quedó suspendida. La revolución provocó una fuerte polarización política. Calvo Sotelo fundó el Bloque Nacional y por otro lado estaba presente aunque de forma minoritaria el Partido Carlista de Fal Conde. Con carácter minoritario estaba la extrema derecha. Inspirada en modelos europeos surgieron partidos totalitarios que acabaron uniéndose a la Falange española, fundada en 1933 por José Antonio Primo de Rivera.