Segunda Revolución Industrial: Ciencia, Tecnología y Educación

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Segunda Revolución Industrial

Basada en la Ciencia

La diferencia principal con la primera Revolución Industrial radica en su fundamento científico. Este movimiento se originó en Francia, Alemania y Bélgica, expandiéndose posteriormente a América y Japón. Se comenzó a otorgar una importancia crucial a la educación, especialmente en Alemania y Estados Unidos.

Anteriormente, los estudios científicos se realizaban fuera del sistema educativo formal. Sin embargo, se empezaron a integrar en escuelas y academias científicas. Alemania fue pionera en incorporar la ciencia al sistema educativo, incluyendo la formación profesional y la universidad. La universidad alemana introdujo el doctorado, promoviendo estudios de alto nivel y la búsqueda del conocimiento científico. Este desarrollo fue impulsado por la necesidad de las empresas de contar con directivos altamente capacitados.

Se requería una formación más especializada para los jóvenes, lo que llevó a la adopción de diferentes modelos educativos en cada país, siendo el modelo alemán uno de los más replicados. El crecimiento industrial varió según la proximidad a las materias primas, el nivel educativo y la disponibilidad de transporte.

Se implementaron nuevas técnicas financieras y mercantiles, como la empresa moderna estudiada por Chandler, con departamentos dirigidos por ejecutivos asalariados. En 1829, Bigelow en Harvard utilizó por primera vez el término tecnología, refiriéndose a las aplicaciones prácticas de la ciencia.

La tecnología surgió a finales del siglo XIX, impulsada por la Segunda Revolución Industrial, como resultado de avances significativos en física y química. Los empresarios capitalistas invirtieron en investigación y desarrollo para producir de manera más eficiente y competir tanto a nivel nacional como internacional.

En Estados Unidos, entre 1880 y 1920, surgieron las industrias eléctrica y química, esta última orientada a la guerra. Se crearon escuelas dentro de las empresas, cuyos profesionales incorporaron la revolución científica a nuevos campos, como la extracción de petróleo.

La Primera Guerra Mundial evidenció el éxito de la industria química, impulsada por la inversión en I+D, generando grandes beneficios. Ingenieros químicos y eléctricos lideraron las grandes empresas, posicionados estratégicamente por los capitalistas.

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