El Segundo Triunvirato: Poder y Consecuencias en Roma
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El Segundo Triunvirato
Después del asesinato de César, Roma vuelve a vivir un breve periodo de anarquía, motivado por la lucha acerca de la herencia de César. Octavio, que se encontraba en Apolonia vigilando los preparativos de la expedición contra los partos, que iba a realizar César, regresa a Roma y se presenta como rival de Marco Antonio, lugarteniente de César y que ansiaba suceder al dictador.
Sin embargo, tras un año de guerra civil, Octavio, Marco Antonio y Lépido forman el segundo triunvirato, ya no una alianza privada (como en tiempos de Pompeyo, Craso y César), sino una magistratura extraordinaria por un periodo de cinco años por el Senado (en el 37 el senado lo renovó por otros cinco años).
Los triunviros se unen para vengar la muerte de César: reúnen sus legiones y persiguen a Bruto y Casio, promotores del asesinato de César, y líderes de las tropas que representaban la última reacción republicana; los vencen en la batalla de Filipos (Tracia) y vuelven a Roma donde con poderes absolutos se reparten recursos, ejércitos, territorios para gobernar: Antonio obtuvo Oriente; Lépido, África; y Octavio, Occidente. Los tres debían compartir el control de Italia. En Roma reaparecen las listas de proscritos: uno de los primeros en caer es Cicerón por ser el enemigo más encarnizado de Marco Antonio, contra quien había dirigido unos discursos (Las Filípicas) cargados de animadversión descubriendo sus intenciones de instaurar un régimen dictatorial.
Mientras Lépido iba quedando un poco desplazado del triunvirato, un nuevo incidente dificultó las relaciones entre Octavio y Marco Antonio, pues éste repudió a su esposa, hermana de Octavio, y se casó con Cleopatra, reina de Egipto, conducta que le granjeó la antipatía de la opinión pública romana. Al lado de Cleopatra, Marco Antonio ha adoptado el estilo de vida de rey helenístico divinizado, rodeado de lujos y extravagancias, que lo apartan de los ideales dictados por la clase dirigente romana.
Por su parte, Augusto se encuentra inicialmente con graves dificultades. La necesidad de licenciar a los veteranos le obliga a aplicar impopulares confiscaciones. La derrota definitiva de Sexto Pompeyo, hijo de Pompeyo que dirigía una guerra en el Mediterráneo occidental y que obstruía la llegada del trigo de Sicilia para la plebe romana, proporciona el apoyo del Senado y de las clases itálicas más elevadas. Con estos apoyos Octavio acusa de traición a Marco Antonio, absorbido por las debilidades orientales y obnubilado por la reina egipcia que desea adueñarse de Roma. En el 32 cesaban los poderes de los triunviros y el Senado le otorga a Octavio el mando sobre las tropas. Ese mismo año se declara la guerra a la reina de Egipto para evitar dar al conflicto un aspecto de guerra civil. Augusto no declara la guerra al romano Marco Antonio, sino a la extranjera Cleopatra. La batalla final tuvo lugar en Actium (Grecia) el 2 de septiembre del 31, fecha en que la flota romana derrotó a los egipcios. Antonio y Cleopatra huyeron a Egipto donde se suicidaron.