Servicio de Teleasistencia tipos de llamada
Clasificado en Latín
Escrito el en español con un tamaño de 5,29 KB
Un latinismo es un término o expresión latina que se emplea en la lengua común.
A diferencia de los cultismos, que se adaptan a la fonética y morfología de la lengua
a la que pasan, los latinismos mantienen su forma exacta latina y se escriben en
cursiva: auditórium, lapsus, curriculum vitae, a priori, etc.Muchos latinismos están perfectamente integrados en la lengua hablada (errata,
agenda, etc.) y por ese motivo pueden aparecen acentuados de acuerdo con las nor-
mas de la Real Academia Española (RAE): referéndum, ultimátum, súperávit, déficit,
currículum, etcétera. A veces, los latinismos como status o quórum se han adaptado
fonética y gráficamente: estatus, quórum/cuórum.
El primer ciudadano
Octavio, el heredero político de Julio César, fue nombrado prínceps (‘primer ciudada-
no’) por el Senado en el año 27 a. C. Desde esa posición, y sin proclamarse jefe abso-
luto, fue acaparando el poder de Roma.Presidía las sesiones del Senado e impónía las reglas. Además, había adoptado los
poderes de los tribunos, con lo que podía neutralizar las decisiones del Senado.
Octavio era también el pontifex maximus (la máxima autoridad religiosa), entre cuyas
atribuciones estaba la de controlar el calendario. Este hecho tenía importancia, pues la
duración de los cargos o las votaciones dependían del calendario.Pero, sobre todo, poseía dos tipos de imperium (‘mando’): el de cónsul, que le daba
poder dentro de Roma, y el imperium maius, que, como imperator, le otorgaba el mando
sobre las provincias y sus legiones.Desde Octavio, todos los emperadores llevarían el nombre de Augusto (‘elegido por los
dioses’), pero nunca usaron oficialmente el título de emperador tal y como hoy lo em-
pleamos, con el sentido de máximo soberano, sino tan solo en su acepción de jefe de
los ejércitos (imperator).
Las calzadas romanas
Desde sus primeras conquistas (siglo iv a. C.), los romanos comenzaron a trazar una
red de calzadas (cerca de cuatrocientas) que, a lo largo de 70 000 kilómetros, conec-
taban Roma con todos los puntos del Imperio. Estas contaban con seis metros de
anchura (con canales de desagüe a los lados) y cuatro capas de distintos materiales:
grava, cemento, arena y losas.
Cada mil pasos (cerca de 1500 metros) levantaban una marca llamada milliarium
(‘miliario’) que servía para medir las distancias. En Roma se encontraba el denomi-
nado milliarium aureum, del que partían todas las calzadas.
Puentes y acueductos
En el trazado de sus caminos, las legiones no encontraron ningún obstáculo insupe-
rable, ya que construyeron puentes sobre los ríos, barrancos o zonas pantanosas. Al
principio fueron de madera, y luego, de piedra. Algunos de ellos eran de gran exten-
sión, como el que levantó el emperador Trajano sobre el Danubio, de 1500 metros de
longitud.
Durante la Monarquía, el ejército romano estaba constituido por todo ciudadano de Roma
entre los diecisiete y los cuarenta y seis años. Estos eran reunidos y seleccionados en el
Capitolio para la campaña bélica anual (legere, el término del que deriva ‘legión’, significa
‘reunir’).
En la República, los ejércitos de otros pueblos de Italia se pusieron al servicio de Roma
como fuerzas de aliados o socii. La necesidad de un ejército permanente dio lugar a la
entrada de soldados que se alistaban como voluntarios por un período de dieciséis años.
A finales de la República también se incorporaron soldados extranjeros procedentes de
las tierras conquistadas (Hispania, Galia, Tracia, etc.), que conservaban su organización y
armas propias.
En época imperial, el ejército estaba compuesto por soldados profesionales que presta-
ban servicio durante veinte años. Al licenciarse, los legionarios veterani recibían una par-
cela de tierra