El Siglo XVIII en España: Reinados, Reformas y Conflictos Bajo los Borbones
Fernando VI le sucedió y, con el poco dinero que tenía, realizó una economía de recuperación y se armó para el futuro con una gran flota. Su reinado se llamó la Paz Armada. En labores de gobierno, fue ayudado por el secretario Marqués de la Ensenada, quien aplicó el Catastro de Ensenada.
El rey enfermó de locura, aunque no se notó públicamente. Tras su muerte, le sucedió Carlos III, quien dejó de ser rey de Nápoles y Sicilia para convertirse en rey de España e Indias. Su política se centró en modernizar el país, transformar Madrid, etc. En 1766, se tuvo que enfrentar al Motín de Esquilache en Madrid, el cual fue controlado. En 1767, se expulsó a los jesuitas, empleando la política regalista.
En política exterior, España siguió vinculada a Francia, firmando el Tercer Pacto de Familia (Fontainebleau) en 1761 para enfrentarse a Inglaterra. Se firmó la Paz de París en 1763, por la cual se recuperaron territorios caribeños y Manila a cambio de Sacramento y Florida. Menorca fue recuperada en 1781.
A su muerte, le sucedió Carlos IV, durante cuyo reinado España estuvo controlada por Francia. Se luchó contra Inglaterra y los franceses casi invaden el país, siendo el primer ministro Manuel Godoy quien orientaba la política.
Reformas en la Organización del Estado Borbónico
La dinastía Borbón trajo consigo el absolutismo y la centralización, buscando eliminar los particularismos que mantenían los Reyes Católicos y la Corona de Aragón. Debido a la Guerra de Sucesión Española, los territorios de la Corona de Aragón perdieron sus leyes, fueros y costumbres por los Decretos de Nueva Planta, aplicados en:
- Valencia y Aragón (1707/1714)
- Mallorca (1715)
- Cataluña (1716)
Navarros y vascos permanecieron igual, ya que fueron fieles al rey.
El territorio se organizó en provincias, en las que los virreyes fueron sustituidos por Capitanes Generales y los intendentes se encargaban de asuntos fiscales y económicos. Además, se crearon Secretarías de Estado, como la de Marina e Indias, a cuyo cargo había un secretario nombrado por el rey.
Solo quedaron las Cortes de Castilla, que se convocaban a petición del rey. Los consejos se redujeron; el único que sobrevivió fue el Consejo Supremo de Castilla. Se instauró un sistema de contribución única, en el que se realizaba una centralización impositiva y de recaudación. Los no privilegiados pagaban según su riqueza, y se obligó a utilizar el castellano como única lengua.