Simbolismo y Existencialismo en 'San Manuel Bueno, Mártir' de Unamuno
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Miguel Unamuno trató todos los géneros literarios, siempre desde una misma perspectiva: la preocupación por España y los problemas existenciales. También se centra en la esencia del ser humano y la inmortalidad del alma. Esto se trata en San Manuel Bueno, mártir, donde queda reflejada la crisis de fe por la que Unamuno estaba pasando, además de tratar la intrahistoria, la realidad construida por aquellos que no pasan a la historia. La novela está narrada por Ángela Carballino, y es ella quien escribe la historia del párroco del pueblo, don Manuel Bueno. A pesar de que él sea “un santo vivo de carne y hueso” por las acciones que ha realizado, hay algo que le tortura en su interior, y es algo que le confiesa a Lázaro, el hermano de la narradora, quien luego se lo cuenta a Ángela. Don Manuel Bueno no cree en Dios, y aunque por mucho que lo intenta no lo consigue, aun así, quiere asegurarse de que todos los demás crean para que se mantengan en paz.
Esta obra está plagada de simbología, desde el nombre de los personajes del pueblo o el nombre del pueblo, hasta algunos elementos de la naturaleza, como el paisaje.
Análisis del Simbolismo
Don Manuel Bueno: Representa la figura de Cristo, ya que ambos se sacrificaron por el pueblo para que pudieran alcanzar la Salvación. Don Manuel prefirió sufrir, vivir atormentado por dentro, pero quería asegurarse a la vez de que nadie dudara de la religión para evitarles un sufrimiento.
Ángela: Representa la figura de un evangelista, ya que es ella quien relata después de la muerte del párroco sus vivencias, al igual que hicieron los evangelistas. Además, el origen etimológico del nombre proviene del griego que significa esperanza.
Lázaro: No es un nombre casual, es un nombre simbólico, ya que representa la figura del mismo Lázaro de la Biblia a quien Jesús resucita de la muerte. En este caso, Lázaro no regresa de los muertos, sino que gracias a don Manuel Bueno, Lázaro llega a tener fe.
Blas, el bobo: Es el ejemplo opuesto de don Manuel, por decirlo de una manera, ya que su labor en la obra consiste en representar esa fe ciega que el protagonista de la novela predica y que tanto se esfuerza por creer. Además, la frase que repite constantemente es probablemente una de las más importantes en la Biblia: “¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?”, que dice Jesús cuando está en la cruz y probablemente algo que se preguntara don Manuel Bueno debido a esa falta de fe.
La montaña: Representa la fe.
El lago: Representa la duda. Por eso muchas de las descripciones de la obra aluden a esos dos elementos y el protagonista se encuentra en medio de ellas.
Valverde de Lucerna: Es decir, valle verde, intenta representar la esperanza.