El Sistema Inmunitario: Defensas del Cuerpo Humano
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INMUNOLOGÍA
SISTEMA INMUNITARIO
La inmunidad se define como:
“Estado de resistencia, natural o adquirida, que poseen determinados grupos de animales frente a determinados agentes patógenos o a cualquier elemento extraño a su organismo”.
Para conservar su identidad biológica, los seres vivos cuentan con una serie de complejos mecanismos defensivos que, en conjunto, se denominan sistema inmunitario. Estos les permiten:
- Protegerse de infecciones microbianas.
- Rechazar moléculas extrañas a su organismo.
- Rechazar moléculas propias, pero que no son reconocidas como tales porque han sufrido algún tipo de modificación.
El funcionamiento del sistema inmunitario de los seres vivos se basa en su capacidad para reconocer moléculas extrañas al propio organismo (antígenos) y poner en marcha los mecanismos adecuados para eliminarlas o neutralizar su acción. Veamos las características de dichos antígenos.
ANTÍGENOS
Las moléculas ajenas a un organismo, que son reconocidas como tales y que desencadenan en él una respuesta inmunitaria (= inmune = inmunológica), se denominan antígenos.
Los antígenos son diferentes en los distintos seres vivos. Una molécula que posee carácter antigénico para un organismo determinado no lo tiene para otro en el cual constituye una molécula propia. Por ejemplo, la hemoglobina humana no desencadena ninguna respuesta inmunitaria en un ser humano, pero sí la desencadenará si se la inoculamos a un caballo. El conjunto de antígenos de un organismo marca su identidad e individualidad biológica. Son su carta de presentación ante otros organismos. Un antígeno muy conocido es la proteína RH que se encuentra en la membrana de nuestros glóbulos rojos: si eres RH (-) significa que no tienes dicha proteína y que, por tanto, es extraña para ti. Es decir, que si te transfunden sangre de tipo RH (+) entonces esta proteína RH se comportará en tu cuerpo como un ANTÍGENO y desencadenará una respuesta inmunitaria.
Los antígenos tienen las siguientes características:
- Son moléculas de gran tamaño (polisacáridos, proteínas independientes o proteínas asociadas a lípidos o a polisacáridos). En algunos casos, ciertas moléculas de pequeño tamaño (haptenos) adquieren la capacidad antigénica al unirse a proteínas.
- Pueden ser moléculas libres o pueden formar parte de estructuras biológicas (membrana plasmática, glucocálix, flagelos, pared, cápsida vírica, etc.).
- Los antígenos son reconocidos como tales cuando se unen selectivamente a ciertas moléculas (receptores antigénicos) localizadas en la membrana plasmática de cierto tipo de linfocitos. El antígeno no se une al receptor antigénico en su totalidad, sino por una zona llamada epítopo.
Por tanto, el sistema inmunitario de los seres vivos consiste en un complejo conjunto de mecanismos para defenderse y rechazar las sustancias extrañas (antígenos) que penetran en nuestro organismo, tanto las que están disueltas como las que se encuentran en la superficie externa de microorganismos o de células no propias (transplantes). Además, está constituido por un conjunto de órganos dispersos por el cuerpo, células (leucocitos) y moléculas (anticuerpos específicos y otras de acción inespecífica):
- Principales órganos y tejidos linfoides en el ser humano: médula ósea, timo, bazo y ganglios linfáticos.
- Leucocitos: también conocidos como glóbulos blancos; existen distintos tipos con diversas funciones y todos proceden de unas células madre (= primigenias) que se encuentran en la médula de los huesos largos. Cuando maduran abandonan la médula ósea y pueden localizarse en la sangre, la linfa, los ganglios linfáticos e, incluso los espacios intercelulares en los tejidos (por ejemplo, los macrófagos). El grupo más importante de los leucocitos es el de los fagocitos.