El Sistema Político de la Restauración y sus Opositores: Republicanos, Carlistas y Nacionalistas
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La Restauración Borbónica y el Sistema Canovista
Tras el golpe de Estado del general Martínez Campos en diciembre de 1874, que finalizó el periodo del Sexenio Democrático, el rey Alfonso XII llegó a España en enero de 1875. Aunque Cánovas del Castillo había planeado organizar la vuelta de la monarquía borbónica mediante la proclamación de Alfonso XII como rey por unas nuevas Cortes, el golpe de Estado frustró su plan. Sin embargo, Cánovas diseñó un sistema que mantendría el funcionamiento del periodo de la Restauración.
El Sistema de la Restauración
El sistema de la Restauración mezclaba la tradición española con elementos del sistema parlamentario inglés. El sistema consistía en el turno pacífico de dos grandes partidos: el Partido Conservador, liderado por Cánovas, y el Partido Liberal, liderado por Sagasta.
- El Partido Conservador defendía la monarquía tradicional con amplios poderes para el rey, un Estado centralista, la propiedad privada, el sufragio censitario, un Estado confesional y libertades y derechos restrictivos.
- El Partido Liberal mantenía cierto distanciamiento con la Iglesia, defendía el sufragio universal y derechos y libertades más permisivos.
Cuando el partido en el poder entraba en crisis, el rey intervenía, disolvía las Cortes, convocaba elecciones y nombraba un nuevo jefe de Gobierno del partido opuesto. Una vez celebradas las elecciones, se seguía un proceso ordenado: se nombraba al ministro de Gobernación, se producía el "encasillamiento", se cambiaban los gobernadores civiles y se ponía en marcha la maquinaria electoral, incluyendo a los caciques electorales. El funcionamiento del sistema se mantuvo sin que nadie se saliera del papel establecido.
La Constitución de 1876
Alfonso XII fue bien recibido en España por los grupos conservadores. Tras su llegada, se celebraron elecciones a Cortes Constituyentes por sufragio universal, amañadas para dar la victoria al Partido Conservador de Cánovas. Las Cortes elaboraron la Constitución de 1876, que era corta y recogía los principios básicos del liberalismo doctrinario:
- Soberanía compartida entre el rey y las Cortes.
- División de poderes:
- Poder ejecutivo: en manos del rey, con facultad para convocar, disolver y suspender las Cortes, y derecho de veto.
- Poder legislativo: compartido entre el rey y unas Cortes bicamerales formadas por el Senado y el Congreso.
- Poder judicial: en manos de jueces y tribunales.
- Confesionalidad del Estado, con libertad de culto en el ámbito privado y mantenimiento económico de la Iglesia.
- Remisión de los derechos y libertades a leyes posteriores, lo que permitía modificarlos fácilmente.
La Oposición al Sistema de la Restauración
El Republicanismo
Los partidos opositores al sistema de la Restauración evolucionaron fuera del mismo. Por una parte, el republicanismo estaba fuertemente dividido y sus principales representantes se encontraban en el exilio. Surgieron varias facciones:
- Partido Republicano Posibilista, liderado por Emilio Castelar, que aceptaba la monarquía siempre que esta asumiera los principios básicos del republicanismo.
- Partido Republicano Progresista, liderado por Ruiz Zorrilla, con influencia en el ejército y que optó por la vía insurreccional sin éxito.
- Partido Republicano Centralista, liderado por Salmerón, una escisión del partido de Zorrilla en 1883 que no apoyaba la vía insurreccional. Fue el partido con más influencia entre el pueblo, pero tuvo que enfrentarse al PSOE de Pablo Iglesias.
- Partido Republicano Federal, liderado por Pi y Margall.
El republicanismo se recuperaría electoralmente tras su fracaso, ayudado por la implantación del sufragio universal masculino, y se creará la Unión Republicana.
El Carlismo
Por otra parte, la oposición carlista entró en una grave crisis debido a la prohibición de la estancia de Don Carlos en España. La Constitución descartaba la posibilidad de que un Borbón de la rama carlista reinara. Además, la derrota en la Tercera Guerra Carlista y, sobre todo, el hecho de que algunos dirigentes, como Cabrera, aceptaran a Alfonso XII como rey, debilitaron al movimiento. Carlos VII encargó la reorganización del movimiento carlista a Cándido Nocedal, quien aseguró la fuerza en las zonas de influencia tradicionales (Cataluña, País Vasco y Navarra). Con la creación de círculos carlistas, se trató de extender el movimiento sin éxito. El partido carlista mantuvo su carácter insurreccional, con algunos movimientos fracasados, y creó una milicia denominada El Requeté. En 1888, se produjo una escisión tras la cual Ramón Nocedal fundó el Partido Católico Nacional, de carácter integrista, no carlista.
Otras Fuerzas Políticas
Otras fuerzas políticas opositoras fueron, por la derecha, la Unión Católica, que se uniría al Partido Católico Nacional, y por la izquierda, diversos partidos liderados por antiguos dirigentes, pero que no tuvieron una fuerte implantación.
El Auge de los Nacionalismos
En el último cuarto del siglo XIX, comenzó en España el ascenso de movimientos de carácter nacionalista. El nacionalismo catalán fue pionero. El nacionalismo vasco se caracterizó por ser rural, católico y conservador. El nacionalismo gallego tuvo un carácter estrictamente cultural hasta el siglo XX.