El poder y la sociedad civil en el estado de naturaleza

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El hombre y su poder en la sociedad civil

El hombre, posee por naturaleza el poder no sólo de preservar su propiedad, esto es, su vida, libertad y hacienda, contra los agravios y pretensiones de los demás hombres, sino también de juzgar y castigar en los demás las infracciones de dicha ley, según estimara lo que el agravio merece, e incluso con la misma muerte.

Pero no pudiendo la sociedad política existir ni subsistir como no contenga el poder de preservar la propiedad; y en orden a ello castigue los delitos de cuantos a tal sociedad pertenecieren, en este punto, y en él sólo, será sociedad política aquella en que cada uno de los miembros haya abandonado su poder natural, dejándolo en manos de la comunidad.

Y así, dejado a un lado todo particular juicio de cada miembro particular, la comunidad viene a ser árbitro; y mediante leyes comprensivas e imparciales y hombres autorizados por la comunidad para su ejecución, decide y castiga las ofensas que cada miembro haya cometido contra la sociedad, según las penas fijadas por la ley; por lo cual es fácil distinguir quiénes están, y quiénes no, unidos en sociedad política. Los que se esten unidos y tengan ley común y judicatura establecida a quienes apelar estarán entre ellos en sociedad civil; pero quienes no, se encuentran en un estado natural, donde cada uno es, juez por sí mismo y ejecutor. y así se perfila, el perfecto estado de naturaleza.

En conclusión, Sociedad civil hay cuando los hombres renuncian a su derecho a hacer valer por mano propia la ley natural, y delegan este derecho a la comunidad toda, que establece leyes y jueces autorizados.

El poder del Estado y su función

De ese modo, el Estado consigue el poder de fijar qué castigó corresponderá a los diferentes hechos que fueran estimados sancionables, cometidas contra los miembros de aquella sociedad, lo cual es el poder legislativo, así como tendrá el poder de castigar cualquier agravio hecho a uno de sus miembros, es decir el poder de paz y guerra; y todo ello para la protección de la propiedad de los miembros todos de la sociedad.

Pero dado que cada hombre que está en sociedad abandonará su poder de castigar las ofensas contra la ley de naturaleza. Ello llevó al origen del poder legislativo y ejecutivo en la sociedad civil, esto es, el juicio según leyes permanentes.

En conclusión, además del derecho a juzgar, los hombres ceden el derecho a castigar. Así se forman el poder Legislativo y el Ejecutivo (en rigor, el poder Federativo).

La formación de la sociedad civil

En su consecuencia, siempre que cualquier número de hombres en sociedad se junten y abandonen cada cual su poder ejecutivo de la ley de naturaleza, y lo dimitan en manos del poder público, entonces existirá una sociedad civil o política. Y esto ocurre cada vez que cualquier número de hombres, dejando el estado de naturaleza, ingresan en sociedad para formar un pueblo político bajo un gobierno supremo.

Porque por ello autorizará al poder legislativo, a someterle a la ley que el bien público de la sociedad quiera, y a cuya ejecución será exigible. Y ello saca a los hombres del estado de naturaleza y les hace acceder al de república, con el establecimiento de un juez sobre la tierra con autoridad, cuyo juez es el legislativo.

En conclusión los hombres ceden el derecho a castigar. Así se forman el poder Legislativo y el Ejecutivo (el poder Federativo).

La incompatibilidad de la monarquía absoluta con la sociedad civil

Y es por ello evidente que la monarquía absoluta, que algunos tienen por único gobierno en el mundo, es en realidad incompatible con la sociedad civil, y así no puede ser forma de gobierno civil alguno. Porque siendo el fin de la sociedad civil educar y remediar los inconvenientes del estado de naturaleza, mediante el establecimiento de una autoridad conocida, a quien cualquiera de dicha sociedad pueda apelar a propósito de todo agravio recibido, y a la que todos en tal sociedad deban obedecer.

De modo que las monarquías absolutas no son sociedades civiles, porque los monarcas, al no responder a nadie, se encuentran en un estado de naturaleza.

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