Sociedad y Cultura del Barroco Español: Entre la Opulencia y la Crisis

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1.1. Aspectos sociales del Barroco

1.1.3. Desplazamientos

Durante el Barroco, se dan enredos muy interesantes relacionados con los desplazamientos. Por ejemplo, como las casas solían alquilarse con frecuencia, una dama podía cambiar de vivienda rápidamente. Si su amante iba a visitarla a la reja, podía encontrarse con que otra familia y otra dama estaban alquilando la casa, lo que daba lugar a situaciones cómicas. La corte era el centro de atracción para la mayoría de las personas que migraban del campo a la ciudad. En 1561, Madrid se convierte en el escenario principal de la comedia barroca. Muchos escritores eran madrileños de nacimiento o adopción, como Góngora. Esta cultura capitalina, propia del Barroco, provoca una alteración del comportamiento social.

1.1.4. Sociedad masiva

Surge el concepto de "masa", que provoca una sensación despersonalizada. Alguien puede estar rodeado de personas en Madrid, pero al mismo tiempo sentirse solo. Este es un claro ejemplo del tópico del desasosiego. Las personas se quejaban del espacio reducido, de las multitudes y del ruido. Todas estas incomodidades contribuían a la conciencia de crisis del hombre barroco.

1.1.5. Conciencia de crisis y tensiones sociales

Se respira una sensación conflictiva en el ambiente. La sociedad es peligrosa, con crímenes a diario. Muchos jóvenes arriesgaban sus vidas al salir a la calle por la noche, ya que podían encontrarse con algún individuo problemático y morir. La violencia callejera era una realidad cotidiana.

A la vez, se intensifican las manifestaciones religiosas y la devoción popular. En el Barroco, se configura la procesión tal como la conocemos actualmente, con representaciones de la Pasión de Cristo, siendo las del Miércoles y Viernes Santo las más famosas. El escultor Salzillo, por ejemplo, captura un instante de la Pasión en su obra "Los Azotes a Jesús", que se encuentra en Murcia. Estas representaciones visuales, llenas de dramatismo, sangre y posturas exageradas, tenían un fuerte impacto emocional en la sociedad barroca y han perdurado hasta nuestros días.

También se recupera la costumbre de los disciplinantes, que se flagelaban con látigos llamados "disciplinas". Esta práctica tiene su reflejo en la literatura, como en el Quijote, donde el hidalgo se encuentra con un grupo de disciplinantes en una batalla campal, con el resultado habitualmente desastroso para él. En el arte, Goya y Solana también plasmaron esta costumbre que se mantuvo hasta el siglo XX.

1.2. Caracteres sociales

1.2.1. Cultura dirigida: Prudencia

Las autoridades vigilaban de cerca las manifestaciones culturales. La prudencia era la virtud más apreciada, ya que permitía el autocontrol y el control sobre los demás. Según Juan de Salazar, con la prudencia se podían atraer las voluntades y los ánimos. En su obra "Oráculo manual y arte de prudencia", Baltasar Gracián ofrece normas para triunfar en la vida y enseña a sobrevivir en un entorno hostil.

1.2.2. Cultura masiva: Heterogeneidad y anonimato

La sociedad masiva, típica del Barroco, se caracteriza por la heterogeneidad de sus componentes y sus actitudes colectivas. Los individuos, sumergidos en la masa, actúan al unísono. Esto implica el anonimato; cada persona es un número más dentro de la multitud. Sin embargo, la sensación de pertenencia a una sociedad masiva no elimina la soledad del individuo, e incluso puede intensificarla.

En resumen, la sociedad y la cultura del Barroco español se caracterizaron por una compleja mezcla de opulencia y crisis, religiosidad y violencia, individualismo y masificación. El arte y la literatura de la época reflejan estas tensiones y contradicciones, creando un legado fascinante y lleno de matices.

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