La Sociedad Española del Siglo XIX: Demografía, Clases y Orígenes del Movimiento Obrero
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Transformaciones Sociales en la España del Siglo XIX: Demografía, Clases y Orígenes del Movimiento Obrero
El siglo XIX fue un periodo de profundos cambios en la sociedad española, marcados por una significativa evolución demográfica, la transición de una estructura estamental a una de clases, y el surgimiento y desarrollo del movimiento obrero. Estos procesos redefinieron el panorama social y económico del país.
La Evolución Demográfica en el Siglo XIX
A lo largo del siglo XIX, la población española experimentó un crecimiento constante, pasando de 11,5 millones de habitantes en 1797 a 18,6 millones en 1900, lo que representa un ritmo de crecimiento del 6% anual. Sin embargo, este incremento fue inferior al de otros países europeos, principalmente debido a las elevadas tasas de mortalidad y natalidad.
La alta tasa de mortalidad se debía a la incidencia de enfermedades infecciosas y se veía agravada por las guerras y epidemias, como la de cólera en 1885. La esperanza de vida era muy baja, aunque mejoró a lo largo del siglo, alcanzando los 34 años en 1900.
La estructura demográfica por sectores económicos era arcaica y desequilibrada: predominaba el sector primario (70%) frente al secundario (14%) y terciario (16%). El estancamiento agrario y las expectativas que ofrecían las ciudades impulsaron un notable éxodo rural. Esto tuvo como consecuencia un significativo crecimiento urbano, especialmente en Madrid, Bilbao y Barcelona, ciudades que experimentaban un notable desarrollo industrial.
El crecimiento de la población urbana supuso el desarrollo espacial de las ciudades. Surgieron suburbios periféricos de barrios obreros, desordenados, sin servicios ni infraestructuras básicas. Paralelamente, se crearon áreas burguesas de urbanismo planificado, los denominados ensanches, cuyos ejemplos más destacados fueron el de Barcelona (1860), diseñado por Cerdá, y el de Madrid (1861), planificado por Castro y financiado en parte por el marqués de Salamanca.
Las migraciones también fueron un fenómeno importante, con flujos de gallegos, asturianos, canarios y vascos hacia Iberoamérica, y de andaluces y murcianos hacia Argelia.
De la Sociedad Estamental a la Sociedad de Clases
La revolución liberal marcó el paso de la sociedad estamental a la sociedad de clases, fundamentada en la igualdad ante la ley y la libertad de todos los individuos. En este nuevo modelo social, la movilidad era posible, basada en el mérito individual.
Estructura de Clases Sociales en la España Decimonónica
- La Clase Alta: Era el nuevo bloque social dominante, aunque minoritario en número. Acumuló grandes propiedades y controló el poder político. Se componía de:
- La antigua aristocracia terrateniente.
- La nueva burguesía de negocios (financieros, banqueros e industriales). Cabe destacar que muchos burgueses invirtieron en la compra de fincas y se convirtieron en rentistas, abandonando las inversiones industriales.
- Altos cargos del Estado y los mandos militares.
- La Iglesia, que a pesar de las grandes pérdidas económicas tras las desamortizaciones, mantuvo su influencia social y política.
- La Clase Media: Numéricamente escasa (aproximadamente el 5% de la población), estaba formada por pequeños comerciantes, funcionarios, propietarios rurales acomodados, profesionales liberales, artesanos y pequeños fabricantes.
- Las Clases Populares: Constituían la inmensa mayoría de los españoles y presentaban una gran diversidad:
- El Campesinado: Era el grupo social más numeroso, representando dos tercios de la población total. Al carecer de recursos para comprar tierras, no se beneficiaron de la desamortización y perdieron las tierras comunales. Muchos emigraron, mientras que otros se convirtieron en jornaleros, especialmente en zonas del centro y sur peninsular. Sus condiciones de vida eran muy precarias debido a la mala alimentación, los bajos salarios y el paro estacional.
- Trabajadores Urbanos y Proletariado Industrial: Este grupo incluía a criados, trabajadores de talleres artesanales y mendigos. El proletariado industrial, aunque menos numeroso, era muy importante y se concentraba en zonas como Bilbao, Barcelona y Asturias. Sus condiciones de vida eran miserables: vivían en barrios de chabolas, degradados e insalubres, tenían largas jornadas de trabajo y salarios ínfimos.
Tanto jornaleros como obreros vivían en una situación de pobreza similar. Sin embargo, los obreros industriales lograron mejorar progresivamente sus condiciones gracias a la presión sindical (a través de organizaciones como la CNT y la UGT) y a las reformas impulsadas por algunos gobiernos de la Restauración, mientras que los jornaleros apenas se beneficiaron de estos cambios.