La Sociedad Ideal según Platón y San Agustín: Virtud, Justicia y el Sentido de la Historia
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La Política de Platón: Virtud y Organización Social
Según Platón, las virtudes se desarrollan en sociedad, ya que el hombre es considerado un ser social por naturaleza. El gobierno debe buscar el bien común y la justicia social. El orden perfecto de la sociedad se genera con el desarrollo de la virtud característica de cada hombre, según el alma que predomine en él. Esto da lugar a la división social en la ciudad y al puesto que cada uno ocupará en ella. La educación es fundamental para descubrir el alma propia de cada individuo y su desarrollo.
Platón distingue tres funciones sociales que jerarquizan la sociedad:
- El gobernante: predomina la facultad racional y debe ser el filósofo, que posee la areté (excelencia) y la virtud de la sabiduría. Su función es gobernar.
- El guerrero: predomina el alma irascible y su virtud es la valentía. Se encarga de defender la ciudad.
- El pueblo: predomina el alma concupiscible y su virtud es la templanza. Proveen a la ciudad de las necesidades económicas o materiales.
Para Platón, la mejor forma de gobierno es la aristocracia, el gobierno de los mejores, que son los filósofos, quienes poseen la areté y, por tanto, la verdad. Después, en orden descendente, se encuentran la timocracia (gobierno de los honorables), la oligarquía (gobierno de los ricos), la democracia (gobierno del pueblo) y, por último, la tiranía (gobierno del desorden democrático).
La Política de San Agustín de Hipona: Historia y las Dos Ciudades
San Agustín de Hipona es el primer pensador que analiza el sentido de la historia humana y la concibe como el escenario donde Dios se manifiesta al hombre y donde se produce la salvación. Así, la historia es lineal, teniendo como principio la creación y como fin el juicio final, adquiriendo un significado global en este último. En este desarrollo histórico, San Agustín establece que existen dos grandes grupos humanos según el objeto de su amor: los que se aman a sí mismos por encima de todo (la ciudad terrenal) y los que aman a Dios por encima de todo (la Ciudad de Dios). Estas dos ciudades están mezcladas en cualquier sociedad a lo largo de la historia, manteniendo una lucha ética entre sus componentes. La historia humana avanza hacia la salvación de los integrantes de la Ciudad de Dios, que se dará al final de los tiempos.