Sócrates y Hume: Dos Visiones Éticas Opuestas - Intelectualismo Moral vs. Emotivismo Moral

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La Ética de Sócrates: El Intelectualismo Moral

La propuesta ética de Sócrates, conocida como intelectualismo moral, sostiene que el conocimiento del bien es razón necesaria y suficiente para una conducta moral adecuada. Conocimiento y virtud se identifican hasta el punto de que, una vez conocido ese bien, la voluntad se adhiere de manera necesaria a él.

Para Sócrates, quien obra mal no lo hace a sabiendas, sino por ignorancia. Por ello, al que se equivoca no hay que castigarlo, sino instruirlo. Al mismo tiempo, esa vida virtuosa proporcionará la verdadera felicidad, anhelo de cualquier ser humano.

La ética socrática supone, por tanto, la apuesta por un universalismo ético frente al relativismo e indiferentismo moral defendido por los sofistas. En este sentido, suele situarse en su propuesta el origen del pensamiento ético occidental.

Hume y el Emotivismo Moral: Una Crítica a Sócrates

David Hume (1711-1776), filósofo empirista de origen escocés, criticará estos presupuestos y propondrá un sistema ético, el emotivismo moral, diametralmente opuesto a las tesis socráticas. De esta forma, inaugurará una nueva tradición ética en la que el hecho moral no se basará en la razón, sino en el sentimiento.

Esta afirmación encontrará su fundamento en su propuesta epistemológica, en la que distingue dos tipos de conocimiento: relaciones entre ideas y cuestiones de hecho. Los juicios morales, si dependen de la razón, deberán ser uno de esos dos tipos. Hume lo argumentará de la siguiente manera:

  • Los juicios morales no pueden ser relaciones entre ideas, ya que, de ser así, tendríamos que considerar como buena o mala no solo la acción humana, sino también cualquier hecho originado por la naturaleza o por los animales. Un terremoto no es en sí mismo malo por causar víctimas.
  • Los juicios morales no pueden ser cuestiones de hecho, porque las nociones de bueno o malo no están presentes en ninguno de los elementos que interviene en una acción. Así, por ejemplo, ante el hecho de un niño que rompe cristales a pedradas, lo bueno o malo no se desprenden ni del niño ni de los cristales rotos.

Por tanto, los juicios morales, por descarte, encontrarán su fundamento en los sentimientos. El sentimiento moral es una emoción interior de agrado o de desagrado ante las acciones. Este agrado o desagrado se activa en función de dos principios: la utilidad y la simpatía.

  • Utilidad: tendemos a considerar como bueno aquello que puede proporcionarnos satisfacción.
  • Simpatía: tendemos a considerar como bueno aquello que, al hacerlo, genera la adhesión positiva de los demás.

Volviendo a las tesis socráticas, afirmaremos que seremos justos si conocemos, previamente, la noción de justicia. Hume afirmará que lo seremos si esos actos justos nos proporcionan satisfacción o el reconocimiento de los demás.

La Crítica de Hume a la Idea de Causalidad

Hume realiza la crítica a la idea de causalidad. Esta idea pone de manifiesto que todo efecto tiene una causa. Hume considera que entre las bolas de billar no hay relación causa-efecto, es decir, el movimiento de la segunda no está causado por el golpe de la primera. No hay conexión/relación de necesidad entre un movimiento y el otro, se trata de una relación de conjunción constante donde aparece el movimiento de la primera e inmediatamente detrás surge el movimiento de la segunda. Es el hábito o la costumbre lo que nos lleva a considerar que hay relación de causa-efecto entre las dos bolas. Por tanto, definimos costumbre como la tendencia mental que nos lleva a asociar dos ideas considerando una unión necesaria entre ambas cuando en realidad es la conjunción constante de dos impresiones.

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