Sócrates: Método Dialéctico y Ética - La Revolución Socrática

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Sócrates: Método Dialéctico y Ética

1) Método Dialéctico

El camino más adecuado para llegar al verdadero conocimiento es el diálogo. Hay que buscar la verdad no de forma individual y aislada, sino reflexionando en común. El diálogo socrático consta de dos fases:

La ironía:

Consiste en hacer preguntas al interlocutor hasta llevarlo a la confusión y a la contradicción, de modo que tome conciencia de la inconsciencia y falta de fundamento de sus creencias. Se trata de liberar la mente de prejuicios e ideas preconcebidas y llegar al reconocimiento de la propia ignorancia.

La mayéutica:

Es la fase positiva y constructiva. Sócrates consideraba que hacía una labor similar a la de su madre, que era comadrona. Trataba de alumbrar conceptos; su tarea consistía en orientar al interlocutor para que buscara la verdad en su interior. La actitud de Sócrates se inspiraba en la inscripción grabada en el templo dedicado a Apolo en Delfos: "Conócete a ti mismo".

A través de la discusión y el diálogo se muestran la relatividad y parcialidad de las opiniones particulares; para Sócrates es posible y a la vez necesario encontrar algo común, en lo que todos coincidan. Debe atribuirse a Sócrates la búsqueda de las definiciones universales mediante el método inductivo.

A través de un proceso de inducción se puede llegar, mediante la reflexión y el razonamiento, a conclusiones de carácter general. De esta forma se obtienen definiciones universales, que recogen la esencia inmutable y permanente del fenómeno investigado. De esta manera se llega a la superación del relativismo sofístico.

2) Ética

La revolución socrática es el descubrimiento de la subjetividad humana. Frente a las normas externas, las costumbres rutinarias y los valores establecidos, propone la propia conciencia como fuente de moralidad y exige que el individuo asuma su responsabilidad. El concepto de obligación externa es sustituido por el deber, es decir, actuar conforme a las normas que dicta la propia conciencia.

Hay cierta ambigüedad en la actitud de Sócrates ante su condena: acepta cumplir la ley de la polis aunque la considera injusta. Él prefiere acatar la sentencia ya que "el mayor mal no es sufrir la injusticia, sino cometerla".

El fin último y el motor de las acciones humanas es conseguir la felicidad. Para ello hay que practicar el bien. Esta doctrina que identifica felicidad-bien-conocimiento es conocida como intelectualismo moral. El sabio es virtuoso; si alguien actúa mal es por ignorancia o error.

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