Sofistas vs. Platón: Dos visiones del conocimiento, la moral y la política

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La Realidad y el Conocimiento

Para los sofistas no existe una realidad objetiva independiente del sujeto. Consideran que el ser está en continuo devenir y que la realidad es solo apariencia (fenomenismo). En contraste, Platón argumenta que sí existe una realidad verdadera: el mundo inteligible de las ideas. Estas ideas son objetivas e inmutables, por lo que no están sujetas al cambio constante del mundo sensible.

La postura sofista defiende que no existe un conocimiento verdadero (escepticismo). Para ellos, el conocimiento depende del sujeto, ya que solo se puede conocer a través de los sentidos y de las características socioculturales e históricas propias (subjetivismo y relativismo). Platón, en cambio, sostiene que sí existe un conocimiento verdadero, el cual reside en el mundo inteligible y se accede a él mediante el conocimiento racional (razonamiento).

El Ser Humano y la Moral

Los sofistas consideran que cada ser humano es producto de la sociedad en la que vive. A través de la educación, se le imponen normas que a veces contradicen su naturaleza. En oposición, Platón, mediante su dualismo antropológico, defiende que la verdadera identidad del ser humano reside en su alma tripartita, dividida en racional, irascible y concupiscible. El alma racional, fuente del verdadero conocimiento, lucha contra el cuerpo y los sentidos para alcanzarlo.

Los sofistas defienden un relativismo y convencionalismo moral. Argumentan que no existe un bien universalmente válido, ya que las normas y valores morales varían en cada cultura. Por lo tanto, tampoco existiría un concepto universal de hombre virtuoso, justicia o felicidad. Platón, por el contrario, sostiene que el Bien existe objetivamente y que las acciones son buenas si se ajustan a él. El Bien del alma consiste en regresar al mundo inteligible, y para lograrlo, el hombre debe ser justo y virtuoso.

La Política y el Estado

Para los sofistas, las leyes y la estructura del Estado dependen de los acuerdos entre ciudadanos. La virtud política reside en la capacidad de persuadir y manipular con la palabra (retórica). En contraste, Platón considera que la virtud política es la justicia, y un Estado será justo cuando sus ciudadanos también lo sean.

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