El Teatro en la Antigua Roma: Comedia, Tragedia y su Evolución Histórica
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El Teatro en la Antigua Roma: Comedia y Decadencia
La Comedia Latina: Plauto y Terencio
Las obras suelen ir precedidas de un prólogo, en el que un personaje simbólico cuenta el argumento y trata de captar la atención.
Plauto: El Maestro de la Comedia Romana
Algunas de las comedias más famosas de Plauto son Anfitrión, La comedia de la olla y otras. Plauto supo interpretar felizmente las inquietudes, aspiraciones y frustraciones de la sociedad romana, pero no le interesaba transmitir ningún mensaje social ni moral.
Terencio: La Comedia Psicológica y Moral
Terencio es el otro gran comediógrafo latino. Joven esclavo manumitido por su amo en Cartago, entró en contacto con el círculo de Escipión Emiliano. Todas sus comedias van precedidas de una didascalia y una perioca. De Terencio son los prólogos en los que el autor se defiende de las acusaciones de plagio y no paternidad de sus obras. Terencio rompe deliberadamente con las maneras plautinas: los argumentos de sus obras están al servicio de los personajes. Se trata de comedias psicológicas. Es esencial el mensaje educativo y moral.
La Decadencia del Teatro Romano: Época Clásica e Imperial
Época Clásica: Resurgimiento de Géneros Menores
En la época clásica, el teatro entra en su irreversible decadencia. Dos son los subgéneros dramáticos que alcanzan cierta popularidad en el I a.C.:
- La atelana literaria: resurge ahora en la calidad de pieza corta, especie de sainete bufonesco, y alcanza gran popularidad.
- El mimo: resurge en época de César en calidad de mimo hablado, literario.
Época Imperial: Séneca y el Espectáculo Popular
Augusto intentó restaurar el gran teatro del siglo II a.C. y surgieron unos autores nuevos. Lucio Anneo Séneca escribió 9 tragedias de tema griego basadas en las obras de Esquilo, Sófocles y Eurípides. Algunos le atribuyen también una tragedia en la que se escenifican las desventuras de la esposa de Nerón que había sido repudiada en beneficio de otra mujer, Popea. La acción y los caracteres son secundarios en unas obras escritas más para la lectura privada que para la representación. El mimo y la pantomima son las representaciones teatrales más frecuentes en la época imperial. El mimo sustituye a la comedia y el lugar de la tragedia lo ocupa la pantomima. Las dos halagan los más bajos instintos del populacho: la lascivia y la sangre.