El Teatro Comercial de Finales del Siglo XIX y Principios del XX en España

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El Teatro Comercial a Finales del Siglo XIX y Principios del XX

El teatro de finales del siglo XIX no sigue una trayectoria de ruptura tan intensa como la poesía o la narrativa. Es a comienzos del siglo XX cuando Europa sufre una revolución teatral, que no llega a España, ya que sus modelos presentan pocas innovaciones provocadas por la influencia de movimientos como el Modernismo.

El objetivo principal es el entretenimiento de un público burgués. En general, son dramas y comedias que no presentan conflictos trascendentales. Es un teatro comercial.

Tendencias del Teatro Comercial

Según los temas tratados, se pueden distinguir tres corrientes: el teatro poético en verso, el teatro cómico-costumbrista y la comedia burguesa o de salón.

Teatro Poético en Verso

El teatro poético en verso es de ideología tradicionalista y recupera con nostalgia personajes, temas y valores de un pasado idealizado para revalorizar mitos nacionales. Destacan autores como Eduardo Marquina, con exitosos dramas históricos como Las hijas del Cid, y Francisco Villaespesa, con La leona de Castilla. También los hermanos Machado.

Teatro Cómico-Costumbrista

El teatro cómico-costumbrista mezcla el humor y lo sentimental. Esta corriente va emparentada con los sainetes (piezas cortas de carácter popular y de tema jocoso que se intercalaban entre los diferentes actos) del siglo XVII y el género chico (obras ligeras) del siglo XIX, y trata costumbres y tipos populares. Aquí destaca Carlos Arniches, con El santo de la Isidra y Es mi hombre. También cabe mencionar a los hermanos Álvarez Quintero, con Malvaloca, y a Pedro Muñoz Seca, con el género "astracán" y su obra La venganza de don Mendo.

Comedia Burguesa o de Salón

En la comedia burguesa o de salón se hace una crítica superficial a ciertas costumbres de la clase media. El autor de mayor éxito es Jacinto Benavente. Sus obras pueden clasificarse en función del lugar en el cual se desarrollan las acciones. Por ejemplo, está la ambientación de los interiores burgueses urbanos, como en El nido ajeno; la de los interiores provincianos que ocultan intereses y pasiones individuales, como en Las cigarras hormigas; o la de los interiores rurales, como en La malquerida. Finalmente, cabe destacar su obra más representativa: Los intereses creados, en la que Benavente recupera personajes arquetípicos de la commedia dell’arte y del teatro clásico. Los sentimientos sinceros suelen triunfar sobre las convenciones sociales.

Estas tendencias del teatro se mantienen en esencia hasta la llegada de la Guerra Civil, y algunas, como la comedia benaventina o el teatro cómico, renacen después del conflicto. Otros autores se interesan por una renovación del teatro y se acercan a un teatro no comercial.

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