El teatro comprometido de los años cincuenta en España
Clasificado en Español
Escrito el en español con un tamaño de 2,94 KB
En los años cincuenta surge en España un teatro comprometido con la realidad social y política del país, que oscila entre dos polos:
- El posibilismo de Antonio Buero Vallejo, en el que se inscriben tragedias caracterizadas por:
- El uso de personajes históricos para reflexionar sobre el presente (El sueño de la razón).
- La presencia de elementos simbólicos (la ceguera, en El concierto de San Ovidio o En la ardiente oscuridad).
- Efectos de inmersión (La Fundación), que pretenden que el espectador tome conciencia de la trágica condición del ser humano, así como de la realidad de la época, marcada por la miseria, la ignorancia, la corrupción moral y la falta de libertad.
- El teatro de agitación política y social de Alfonso Sastre, cuyos dramas (La taberna fantástica) contienen, de manera más explícita, una denuncia de las injusticias sociales y de la situación política de España.
Otros dramaturgos optan por una estética realista para retratar críticamente la realidad del país. Destacan Lauro Olmo (La camisa), José Martín Recuerda (Las salvajes en Puente San Gil), José María Rodríguez Méndez (Los inocentes de la Moncloa) o Ricardo Rodríguez Buded (La madriguera).
Antonio Buero Vallejo
El dramaturgo Antonio Buero Vallejo (1916-2000, premio Cervantes 1986) es el autor más destacado de la segunda mitad del siglo XX en España.
El teatro de Buero pretende que el espectador tome conciencia, sin autoengaños, de la trágica condición del ser humano, arrojado a una existencia presidida por el dolor y la incertidumbre.
Sus obras (tragedias con elementos simbólicos, construidas sobre una base realista) admiten una lectura en clave social. En ellas se lleva a cabo una crítica de la realidad española, marcada por la miseria, la ignorancia y la falta de libertad.
Buero, excombatiente republicano, condenado a muerte tras la guerra y compañero de presidio de Miguel Hernández, estrenó su primera obra, Historia de una escalera, en 1949. Comenzó, así, una dilatada carrera que incluye casi treinta obras, en las que emplea, entre otras, las siguientes estrategias teatrales:
- El uso de personajes históricos que fracasan en su empeño por alcanzar una sociedad más justa y libre, para reflexionar sobre el presente: Esquilache, en Un soñador para un pueblo (1958); Velázquez, en Las meninas (1960); Goya, en El sueño de la razón (1970); o Larra, en La detonación (1977).
- La presencia de elementos simbólicos, como en el drama En la ardiente oscuridad.
- Los efectos de inmersión, que sitúan al espectador en la conciencia de los personajes: En la ardiente oscuridad, El concierto de San Ovidio (1962), y La fundación (1974).