El Teatro Español hasta 1936: Renovación y Tradición
Contextualización
En el teatro de las primeras décadas del siglo XX, se distinguen dos corrientes principales: la producción comercial, que gozaba del favor del público, y las propuestas de renovación, que no alcanzaron el éxito en su momento.
Tendencias Teatrales
El teatro comercial fue el de mayor éxito, con Jacinto Benavente como su máximo representante. También tuvieron gran aceptación el teatro cómico y el teatro en verso.
Teatro Comercial
Jacinto Benavente, máximo exponente de esta tendencia, presentaba en sus dramas elementos de ilusión y evasión, centrándose en las preocupaciones de la alta burguesía. También cultivó la farsa (Los intereses creados) y el drama rural (La malquerida).
Teatro Cómico
Este género fue uno de los preferidos por el público. Destacan los hermanos Álvarez Quintero, el astracán de Pedro Muñoz Seca (La venganza de don Mendo) y Carlos Arniches (La señorita de Trevélez).
Teatro en Verso
Sus principales cultivadores fueron Eduardo Marquina y Francisco Villaespesa.
Primeros Intentos de Renovación
Entre los primeros intentos de renovación, sobresalen las aportaciones de Unamuno y Azorín. Deben mencionarse también Jacinto Grau y Miguel Hernández, junto con dos autores que desarrollaron parte de su producción en el exilio: Rafael Alberti y Max Aub. Sin embargo, los dos autores que destacan son Valle-Inclán y Federico García Lorca.
Valle-Inclán
En la trayectoria dramática de Valle-Inclán se observa una clara voluntad de renovación formal y temática, que evolucionó hasta su creación máxima: el esperpento.
Inicios Dramáticos
Destacan los dramas decadentistas, como El marqués de Bradomín, con rasgos modernistas. Los dramas de ambiente galaico se localizan en una Galicia mítica e intemporal, representando una sociedad arcaica donde la existencia humana se rige por fuerzas primarias: la lujuria, la soberbia, la crueldad, el despotismo, el pecado, el sacrilegio, la superstición y la magia. Destacan la trilogía Comedias bárbaras y Divinas palabras.
Farsas
En sus farsas, Valle-Inclán introduce personajes de la farándula, el uso de disfraces y el teatro dentro del teatro. Destaca La marquesa Rosalinda (su obra más modernista), que constituye una crítica de España. También destaca La reina castiza, una sátira del reinado de Isabel II.
El Esperpento
La producción dramática de Valle-Inclán culminó en el esperpento. Destacan Luces de bohemia y la trilogía Martes de carnaval. El esperpento constituye una estética con una visión particular del mundo, resultado de una posición crítica. La realidad es destruida de forma sistemática, transformando por completo su imagen aparente y revelándola tal y como es. El esperpento funciona como un instrumento de desenmascaramiento. La degradación del esperpento afecta tanto a los ambientes como a los personajes.
Lorca
Federico García Lorca creó el verdadero teatro poético, en el cual la palabra, la música, la danza y la escenografía configuran un espectáculo total.
Influencias Dramáticas
Las influencias dramáticas de Lorca son el teatro modernista, el teatro clásico español, el teatro de títeres, Shakespeare y Valle-Inclán.
Temas Lorquianos
Los temas lorquianos (la frustración, el amor, la esterilidad y la muerte) se estructuran sobre dos fuerzas opuestas: el principio de autoridad (que representa el orden, la tradición, la realidad y la colectividad) y el principio de libertad (que encarna el instinto, el deseo, la individualidad y la imaginación).
Primeros Dramas
Los primeros dramas de Lorca se relacionan con el teatro modernista. Destaca el conflicto que se deriva del matrimonio de conveniencia entre el viejo y la joven, como en Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín.
Teatro Imposible
Bajo la denominación de teatro imposible se reúnen tres comedias, una de ellas El público, en las que se observa la influencia del surrealismo.
Tragedias Lorquianas
Las tragedias lorquianas se desarrollan en un ambiente rural donde las fuerzas naturales imponen un destino trágico. Destacan: Bodas de sangre, Yerma y La casa de Bernarda Alba (que desarrolla la lucha entre el principio de autoridad, encarnado por Bernarda, y el principio de libertad, representado por Adela, la hija menor).