El Teatro Español del Siglo XVIII: Tendencias y Transformaciones
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El Teatro Español del Siglo XVIII: Dos Visiones Enfrentadas
En el siglo XVIII, el teatro español se caracterizó por la coexistencia de dos tendencias dramáticas opuestas que reflejaban los cambios sociales y culturales de la época.
La Opción Popular: Teatro Posbarroco y Sainete
Esta corriente continuó la tradición de poner en escena las obras de los grandes poetas barrocos y las de sus continuadores, aunque a menudo mediocres. La búsqueda del espectáculo primaba sobre lo literario, lo que llevó a una proliferación de obras que prometían milagros, sorpresas, batallas, desfiles y ejecuciones capitales. Todo ello justificaba la vistosidad, el humo, el estruendo y los «sentimientos» que deleitaban al público. Generalmente, estas obras mantenían el esquema del siglo anterior: una comedia extensa con entremés y sainete en los entreactos.
El Sainete: Brevedad y Popularidad
El sainete, equivalente dieciochesco del entremés, se distingue por su brevedad, comicidad y carácter popular. Aunque fue desdeñado por los neoclásicos, gozó de un decidido apoyo del público. Los sainetes de Ramón de la Cruz, uno de sus más importantes cultivadores, poseen un gran valor costumbrista. En ellos se retrata al pueblo bajo de Madrid, incluyendo a majos y majas, con su peculiar lenguaje, y a tipos frecuentemente caricaturizados como el petimetre o el hablador.
La Opción Culta: El Teatro Neoclásico
En 1737, Ignacio de Luzán publicó su célebre Poética, obra fundamental que criticaba el teatro barroco y sentaba las bases del teatro neoclásico. Sus principios fundamentales eran:
- Vigencia de la ley de las tres unidades: acción, espacio y tiempo.
- La obra debía encerrar un propósito docente o moral.
- Lo representado debía parecer verdad realista, rechazando lo imaginativo, fantástico y misterioso.
- Tragedia y comedia eran géneros distintos que no debían mezclarse.
- Se debía mantener el decoro en los personajes.
La Comedia Neoclásica y Moratín
La comedia neoclásica fue el género predilecto de los ilustrados. Leandro Fernández de Moratín, su máximo exponente, la definió como:
«Imitación en diálogo en verso o prosa de un suceso ocurrido en un lugar y en pocas horas, entre personas particulares, por medio del cual, y de la oportuna expresión de afectos y caracteres, resultan puestos en ridículo los vicios y errores comunes en la sociedad y recomendadas, por consiguiente, la verdad y la virtud».
Moratín limitó su producción teatral a pocas obras y temas, utilizando un lenguaje muy controlado, equilibrado y mesurado. Su comedia más conocida es El sí de las niñas, cuya acción se desarrolla en una posada de Alcalá de Henares en pocas horas.
Argumento y Novedad de "El sí de las niñas"
El argumento de El sí de las niñas es el siguiente: Don Diego, un caballero de 59 años, va a casarse con Paquita, una joven de 16, según lo concertado con la madre de esta. Paquita está enamorada de Don Carlos, sobrino de Don Diego, pero no se atreve a confesarlo. Don Diego descubre a tiempo el amor de los jóvenes y renuncia a su boda.
La principal novedad de la comedia moratiniana radica en que no busca la risa, sino conmover al espectador. Con ella, la concepción del personaje dramático experimenta un cambio significativo: el burgués corriente se convierte en protagonista de una acción seria y relevante, representando elevadas ideas morales. Un claro ejemplo es el tratamiento del tema del viejo enamorado que, originariamente grotesco, aparece en El sí de las niñas como un personaje lleno de dignidad.