Teatro Español del Siglo XX: De Lorca a la Posguerra
Clasificado en Lengua y literatura
Escrito el en español con un tamaño de 4,35 KB
El Teatro de Federico García Lorca
El duelo entre ambos acaba con la vida de los dos), Yerma (obsesionada por tener un hijo e incapaz de conseguirlo, Yerma acaba asesinando a su marido en un arrebato de locura y angustia) y La casa de Bernarda Alba (Bernarda Alba impone ocho años de luto a sus hijas tras la muerte de su segundo marido. Pepe el Romano traerá consigo la tragedia). El eje argumental de las tres tragedias es la lucha de una mujer frente a un medio hostil. Se abordan los temas de la libertad y de la identidad a partir de ese conflicto que acaba llevando a las protagonistas a un final desgraciado. Se emplea un lenguaje poético y muchos de sus personajes poseen una dimensión mítica y simbólica, como la Luna y la Muerte o el Macho Cabrío. Dos fuerzas dominan la acción, el amor y la muerte. El primero irrumpe como una fuerza incontrolable y devastadora.
El Teatro Imposible de Lorca
Así llamó Lorca a su teatro de vanguardia. Así que pasen cinco años y El público son piezas de influencia surrealista en las que rompe la linealidad de la historia y se adentra en el subconsciente de sus personajes.
La Barraca
Lorca fundó La Barraca, un grupo de teatro universitario que perseguía llevar los clásicos a las zonas rurales y a los lugares más desfavorecidos del territorio español. En su repertorio figuran obras de Cervantes, Tirso de Molina, Calderón de la Barca o Lope de Vega, entre otros. Su actividad se vio interrumpida en 1936.
El Teatro Español en los Años 40 y la Posguerra
Entre los autores que cultivaron el género teatral en el exilio se observa gran variedad de estéticas, géneros y temas. A pesar de su heterogeneidad, es frecuente que en sus textos aparezca la nostalgia o la visión crítica de su tiempo (Alejandro Casona, Max Aub, Rafael Alberti).
En la década de los 40 dominó la escena el teatro cómico y de evasión, tendencia dentro de la que destacaron las obras de Miguel Mihura y Enrique Jardiel Poncela. La autarquía que se impuso en los primeros años de la posguerra afectó directamente al género teatral, puesto que era imposible encontrar medios con los que financiar la puesta en escena de nuevas obras. Se provocaba así una abrupta ruptura con el teatro innovador anterior, que no encontró continuidad ni en cuanto al trabajo de sus autores ni en cuanto a las posibilidades reales de llegar al público, que solo mostraba interés por espectáculos sencillos y evasivos, lo que explica el auge de géneros como el de la revista en estos años.
Dentro de la comedia de los años 40 se pueden distinguir dos líneas principales:
Comedia Burguesa
Se presentan conflictos amables y generalmente de tipo sentimental y familiar, con final feliz. Es heredera de la alta comedia cultivada por Jacinto Benavente, aunque no alcanza la agudeza verbal ni el depurado estilo lingüístico benaventino. Los personajes responden a arquetipos fácilmente reconocibles por el público. Los argumentos respetan los límites de la censura y se evita la crítica social o el retrato comprometido de la realidad. El humor es el mecanismo dramático esencial para ganarse el favor del público. Se emplean recursos cómicos como la caricaturización de ciertos personajes o el enredo y el equívoco. El ambiente y los personajes pertenecen al mundo burgués. La trama transcurre en un espacio doméstico. Como autores destacan Juan Ignacio Luca de Tena con Dos mujeres a las nueve y Joaquín Calvo Sotelo con Historias de una casa.
Teatro de Humor
El humor de estas piezas se basa en dos mecanismos: la transgresión de la lógica, de modo que se plantean situaciones imposibles como si fueran reales y los juegos verbales que distorsionan la realidad desde una perspectiva inverosímil y sorprendente. Guarda semejanzas con el teatro del absurdo; sin embargo, no se ajusta por completo a esa forma dramática ya que el teatro del absurdo prescinde de la fábula argumental, algo que no sucede en los títulos españoles. El feliz desenlace y la ausencia de la desazón existencialista. Se abordan temas diversos, como la parodia de ciertos hábitos sociales o motivos universales como el amor. Destacan dos dramaturgos: Miguel Mihura con Tres sombreros de copa y Enrique Jardiel Poncela con Eloísa está debajo de un almendro.