El Teatro Francés del Siglo XVII: Clasicismo y Comedia
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El Teatro Francés del Siglo XVII
4.1. Pierre Corneille (1606-1684)
Creador de la tragedia clásica francesa, Pierre Corneille dotó a este género de verosimilitud, sustituyendo la acción externa por la intriga psicológica. Adaptó muchos temas del teatro romano, al que también imita en su gusto por las situaciones violentas y brutales. Sus héroes (El Cid, Horacio) se caracterizan por su libertad y su voluntad en la lucha contra su destino, lo que los dota de una grandeza trágica.
4.2. Jean Racine (1639-1699)
Su teatro es el más perfecto desde el punto de vista de las normas del clasicismo. La mayoría de sus temas, inspirados en la mitología griega, son comunes en la época, pero la forma de desarrollarlos es única: un teatro sin apenas acción, en el polo opuesto de la estética barroca. Lo importante en él no es el suspense, sino el estilo; es un teatro intimista, donde lo que se debate es el drama interior del individuo frente a sus limitaciones. A diferencia del héroe corneliano, el héroe raciniano es débil y precario, sus pasiones le devoran y su voluntad es insuficiente para superar las trampas del destino. Entre sus obras podemos citar Andrómaca, Fedra, Britannicus.
4.3. Molière (1622-1673)
La comedia está representada por Molière. Jean-Baptiste Poquelin era hijo de un tapicero acomodado. Estudió con los jesuitas y, después, Derecho en Orléans, pero abandona sus estudios para dedicarse al teatro, con el apodo de Molière para no deshonrar el apellido de su familia. Dirige, actúa y escribe; hasta sus mayores enemigos lo consideraban un gran actor cómico, capaz de dominar todos los recursos: voz, gesto, movimientos. Enfermo de los pulmones, muere tras un ataque de tos en escena.
La comicidad de Molière parte del teatro italiano y la farsa, utiliza diferentes recursos:
- Gestos y movimientos
- Comicidad verbal
- Situaciones
Pero sobre todo, la fuente más profunda de comicidad es la índole misma de los caracteres. Aparecen tipos del momento: pedantes, médicos ignorantes, burgueses pretenciosos. La intriga de sus comedias es de importancia secundaria, y con frecuencia utiliza esquemas y personajes propios de la farsa, del mismo modo que toma sus temas de la tradición clásica o de otras fuentes. El verdadero talento de Molière consiste en crear tipos y problemas universales. Presenta tipos desmesurados (El avaro, El enfermo imaginario) que contrastan con el sentido común. El teatro con Molière no es escuela de altas virtudes como la tragedia, sino tribunal de la realidad, lugar de discusión y juicio. Los caracteres de sus comedias se oponen según un esquema frecuente: por un lado, los personajes equilibrados, el sentido común.