El Teatro Innovador de la Generación del 27: Federico García Lorca y su Evolución Dramática
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Destacados miembros de la Generación del 27, como Pedro Salinas, Rafael Alberti y Miguel Hernández, contribuyeron significativamente al panorama teatral español. Su desempeño se destacó en tres áreas fundamentales:
- El acercamiento de la actividad teatral a las clases populares.
- La exploración de nuevas técnicas inspiradas en las vanguardias.
- La depuración del «teatro poético» que triunfaba en las salas comerciales.
Sin embargo, es Federico García Lorca (1898-1936) quien alcanza unos niveles inigualables de calidad artística. Su actividad dramática se desarrolla en tres etapas: en sus comienzos cultiva un teatro de filiación modernista, en verso; más tarde, se afana en la búsqueda de nuevas vías experimentando, primero, con un género de raíz popular, la farsa, y luego con otro de inspiración vanguardista; en los últimos años de su vida, ya en plena madurez, se inclina por una fórmula dramática con la que logra la expresión desnuda de las grandes pasiones humanas.
Primera etapa: teatro modernista en verso
Su incursión en el género dramático se produce muy pronto, con dos obras de influencia modernista:
- El maleficio de la mariposa: Es un pequeño drama que simboliza la pérdida de la inocencia infantil con la irrupción de una fuerza nueva que todo lo trastoca, el amor.
- Mariana Pineda: Escrita en verso, muestra cierta afinidad formal con el teatro modernista de Eduardo Marquina, dominante en la época. La obra dramatiza el intento frustrado de esta heroína, ejecutada en Granada en 1831, de enarbolar los estandartes del amor y la libertad.
Segunda etapa: búsqueda de nuevas formas
En su afán por experimentar nuevas fórmulas dramáticas, García Lorca cultiva la farsa, con la que pretende la exhibición grotesca de ciertas pasiones humanas:
Farsas para guiñol: Inspiradas en el teatro popular de marionetas, muestran una clara influencia del esperpento de Valle-Inclán. Escribió dos:
- Tragicomedia de don Cristóbal y la señá Rosita (1923)
- Retablillo de don Cristóbal (1931)
Farsas para personas: Abordan un tema de larga tradición literaria, el del matrimonio entre un viejo y una joven:
- La zapatera prodigiosa
- Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín
En los años treinta, García Lorca escribe dos obras que constituyen la tentativa más audaz de exploración de nuevas técnicas: El público y Así que pasen cinco años. El profundo simbolismo que encierran ha llevado a buena parte de la crítica a etiquetarlas como «criptodramas» o «teatro surrealista», y hasta el propio autor, consciente de la dificultad de su puesta en escena, las denominó «comedias imposibles».
Tercera etapa: obras de madurez
Su trayectoria como dramaturgo culmina con «un teatro cada vez más desnudo y más esencialmente humano». Se trata de su época de madurez, en la que alumbró las obras que lo han elevado a las más altas cimas del teatro universal: dos tragedias rurales (Bodas de sangre y Yerma) y dos dramas (Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores y La casa de Bernarda Alba). Estas piezas denuncian la opresión de la mujer en la sociedad.