Teatro Isabelino y la Revolución Dramática de Shakespeare

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Marco Histórico del Teatro Isabelino

Tras los prolongados años de anarquía durante la guerra de “Las dos Rosas”, entre las casas rivales de York y Lancaster, el reinado de Isabel I trajo consigo la pacificación definitiva de las islas británicas, a excepción de los disturbios religiosos en Irlanda.

Pacificada y dominada religiosamente por la secta protestante puritana, Inglaterra pudo entonces ocuparse de su posición en el mundo. La monarquía se transformó en un centro dispensador de monopolios que le retribuyeron con riqueza, poder y dominio, especialmente en el Nuevo Mundo.

Paz, riqueza, orden interior, afianzamiento de la monarquía absoluta, temor al desorden y a la anarquía, son los elementos que caracterizan el reinado de Isabel I. Pero además, y como nunca antes ni después, Inglaterra experimentó un florecimiento sin precedentes de las artes y las letras.

El reinado de Isabel I Tudor, hija de Enrique VIII y Ana Bolena, se extendió durante cuarenta y cinco años (1558-1603).

Este período de esplendor y prosperidad, que se manifestó especialmente en la literatura y el teatro, se prolongó incluso durante el reinado de Jacobo I Estuardo.

Características del Teatro Isabelino

  • Se produce en un momento en que el drama medieval entra en declive, siendo reemplazado por un drama renacentista (cabe destacar que el Renacimiento inglés es mucho más tardío que el italiano o el español).
  • Era un teatro popular, dirigido a un público heterogéneo que veía representados en el escenario sus propios problemas y hechos cotidianos (se aprovechaba todo, era una crónica de actualidades y una crónica histórica).
  • Los dramaturgos isabelinos no respetaban las unidades aristotélicas de tiempo, lugar y acción: era un teatro “libre de reglas”.
  • Había una alternancia en la obra, tanto de situaciones trágicas como cómicas, así como de poesía y prosa.
  • Las mujeres no participaban como actrices; los papeles femeninos eran interpretados por chicos y jóvenes.

La Teoría del Arte Dramático de Shakespeare

El teatro al que accede Shakespeare, alrededor de 1550, estaba en manos de actores, quienes pagaban a los poetas para que escribieran sus obras. Era un teatro lleno de vida, laico, amparado por los nobles y también perseguido por el gobierno puritano. Los poetas eran considerados piezas importantes para el éxito de los actores, que se fueron despojando de los viejos usos dramáticos: la pantomima, la pirueta, mezclada con frases sonoras y pomposas, la declamación moralizadora, etc. La cultura del Renacimiento permitió la renovación tanto de los temas como de los modos de interpretarlos. El actor adquiere, en el momento en que Shakespeare llega al teatro, otra dimensión. El poeta crea un nuevo arte interpretativo. Concentró en el actor la posibilidad de dotar al texto de fuerza, a partir exclusivamente de la modulación de la voz y del conocimiento en las posibilidades expresivas de su cuerpo. No hay que olvidar que las grandes obras de Shakespeare carecían de decorados; por eso, el poeta debía dar al texto la emoción y el efecto ilusorio que tenían la finalidad de retener al público.

Shakespeare tuvo que enfrentar una limitación de la que también supo sacar partido. Debió utilizar muchachos para interpretar los personajes femeninos de sus obras. En las escenas amorosas evita todo contacto físico entre los enamorados. El diálogo insinúa con fina musicalidad el abrazo, la sensualidad, la pasión. Claro que esto era una tremenda prueba para el jovencito que desempeñaba el papel.

Todo el oficio de Shakespeare y su concepción del arte escénico derivan de las necesidades y la estructura de los teatros. De ahí que dejara de lado las llamadas unidades aristotélicas de tiempo, lugar y acción. El escenario elemental le obligó a liberarse de ellas. Su drama, por esta circunstancia, se va a sostener permanentemente en el texto.

En el teatro de Shakespeare son los personajes los que señalan los cambios en la acción, en el lugar o el tiempo.

El mayor aporte de Shakespeare al teatro es la revelación del carácter como rasgo principal. Y el primer personaje que entabla esa relación entre él y el público es Hamlet.

Shakespeare va deshilvanando en el escenario el infinito trasmundo que transcurre en el alma del personaje, que se irá revelando ante nosotros lentamente. Para que esa autorrevelación nos inunde de tal manera que nos sintamos involucrados, el poeta se vale del monólogo. Es el medio por el cual entrevemos el conflicto que está en la conciencia del personaje. Para darle más vigor a esta forma de revelación, Shakespeare va a utilizar alternativamente la prosa y el verso.

Shakespeare, a través del dominio de su arte, sustituye todo elemento foráneo del cual no pueden prescindir las demás obras de teatro: maquinaria teatral, utilería, etc. Shakespeare coloca todo en la potencia de sus versos y en las posibilidades del actor.

Hasta la atmósfera de las escenas aparece explicada en el texto. El frío y la oscuridad donde esperan la aparición del espectro en Hamlet; la oscuridad en el castillo de Macbeth señalada por Banquo.

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