El Teatro y la Poesía del Renacimiento Español

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El Teatro del Renacimiento Español

El desarrollo del teatro castellano manifiesta un notable vigor durante la primera mitad del siglo XVI con autores como Juan del Encina o Lucas Fernández, autor de dramas próximos al teatro medieval, como el Auto de la Pasión. Pero otros muestran un teatro más elaborado, destacan Gil Vicente, Bartolomé de Torres Naharro y Lope de Rueda.

En la segunda mitad del siglo XVI se consolida el teatro y desaparecen contenidos satíricos por la censura de la Inquisición. En esta etapa conviven el teatro religioso medieval, como demuestra el Códice de autos viejos con obras religiosas y profanas. Además, se desarrolla un teatro popular representado por pueblos y ciudades o puesto en escena en corrales de comedias que van surgiendo en las ciudades más importantes desde 1570 y que serán el centro de la actividad teatral del siglo XVII.

Además, existía un teatro que toma como modelo el clásico grecolatino, especialmente fomentado en universidades. Dentro de este magma dramático del siglo XVI, gran parte desconocido por la pérdida de textos, tendrá gran importancia la aclimatación al castellano de la comedia italiana que influirá en Lope de Rueda, hombre de teatro que adaptó las comedias cultas italianas al medio popular en el que representa sus obras. Destaca por sus pasos en los que introduce elementos tomados del folclore, pequeñas obras de carácter cómico que tratan temas como el amor y la mujer suele ser un personaje central; hoy conocidos como entremeses.

La Poesía del Renacimiento Español

Mitología

El acervo mitológico proporciona al poeta un conjunto de asuntos y motivos, que son tomados bien directamente de autores clásicos, o bien indirectamente de mitografías, verdaderos diccionarios universales muy frecuentes en la época.

Amor

Tema general de la poesía renacentista influido por la filosofía neoplatónica. Es una virtud del entendimiento, que hace mejor al hombre, elevándole de lo inmaterial a lo material: superando la sensualidad, contemplación de la belleza femenina, naturaleza o armonía musical le permite acceder al conocimiento de la Belleza Absoluta. También como fuente de frustración y dolor: el enamorado piensa que es imposible alcanzar el amor o se puede perder, por medio de antítesis.

Aparece el tópico de la belleza de la mujer que se idealiza como reflejo de la belleza divina: Descriptio puellae (“descripción de la muchacha”). Es una descripción de la belleza femenina que sigue normas: en la cabeza, cabello rubio como el oro; si es blanco (vejez), con imágenes de nieve o plata. El rostro se describe con elementos naturales unidos a la pasión y calor (flores o rosas para labios y mejillas), pureza y frialdad (mármol, hielo, cristal). Los ojos se asemejan a estrellas, soles (luz). A esto, Dante y Petrarca añaden un componente espiritual, donna angelicata, mujer ángel, cuyo amor hace brotar en el hombre el deseo de superarse a sí mismo.

La belleza femenina da pie a otros tópicos como el Carpe diem y Collige, virgo, rosas. Se identifica la juventud y la belleza con las estaciones (primavera es juventud, otoño o invierno, vejez) o con flores (rosa) cuya belleza dura poco.

Para alabar a los varones el tópico es Sapientia et fortitudo (Sabiduría y valor), es decir, mezcla del soldado y el estudioso. Se valora que los hombres cultiven tanto su físico como el espíritu (estudio, creación literaria, canto y música).

Naturaleza

Aparece estilizada como reflejo de la Belleza divina y como marco de incidencias amorosas, en armonía y reposo, que contrasta con su agitado espíritu. En su descripción se sigue el tópico del locus amoenus (lugar agradable), procedente de Virgilio, que describe una naturaleza ideal, armónica y reposada, con características fijas: arboleda, sombras, aguas cristalinas, flores, buen clima, prados de hierba fresca… Relacionado están los tópicos de la alabanza de la vida sencilla: Beatus ille y Aurea mediocritas. El campo y la aldea se contraponen a la ciudad y la Corte como un refugio de paz frente a los embates de la vida.

Poesía de carácter moral

Durante el primer Renacimiento (Carlos I) la literatura y arte se paganizan. A partir de Felipe II, se mantienen temas renacentistas y aparece el sentimiento religioso a través de la literatura mística y ascética. La poesía de carácter moral crece en importancia. También desarrolla tópicos beatus ille o aurea mediocritas. Hay que entenderla en dos formas: manifestación de la insatisfacción ante una nueva sociedad individualista y urbana y, consecuencia de la nueva moral de la Contrarreforma, exige una conducta más rígida frente a los protestantes.

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