Teatro de Ramón María del Valle-Inclán: Vanguardia y Esperpento

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La Trayectoria Dramática de Ramón María del Valle-Inclán

Valle-Inclán fue un escritor polifacético que cultivó con éxito todos los géneros: ensayos como El modernismo o La lámpara maravillosa, artículos periodísticos de todo tipo, incluyendo sus crónicas de guerra desde el frente francés de la I Guerra Mundial, poesía lírica como La pipa de kif, narrativa, con cuentos, leyendas y novelas como sus cuatro famosas Sonatas, cumbre de la narrativa modernista... pero sobre todo ello destaca su teatro.

Evoluciona desde la elegantísima musicalidad preciosista de sus inicios modernistas hasta el expresionismo caricaturesco y la estética del feísmo de su etapa esperpéntica.

Desde sus inicios, Valle rechazó de plano el teatro realista y burgués de Benavente. Su inagotable voluntad de provocación y ruptura, tanto en la forma como en el contenido, condenó al teatro de Valle a un rotundo fracaso comercial que lo redujo a existir solo en los libros, pero también le dio la libertad para crear una forma absolutamente innovadora de hacer teatro. Ni en España ni en Europa se hacía un teatro tan atrevido ni desconcertante, auténtico descenso a los infiernos del ser humano, sin redención ni héroes con los que el público pudiera identificarse. Valle se anticipó al teatro "de la crueldad" y al "del absurdo" que se desarrollaron más tarde en Europa. Llegó a ello por una constante y coherente experimentación en todos los elementos dramáticos: diálogos, acotaciones, caracterización de personajes, escenografía...

Teatro Modernista y Decadente

En su etapa inicial, modernista y decadente, ya se muestra provocador e inconformista. Obras como El yermo de las almas (1899 y 1908) o El marqués de Bradomín (1906) manifiestan una necesidad de evasión romántica hacia un melancólico mundo que parece de ensueño. Técnicamente, son obras impresionistas y simbolistas, construidas con escenas sueltas, como cuadros, que mantienen cierto paralelismo con sus Sonatas.

Ciclo Mítico o del Primitivismo

A partir de su segunda etapa se acerca más a la generación del 98 y se centra principalmente en el llamado ciclo mítico o del primitivismo. Con la trilogía de las Comedias bárbaras -Águila de blasón (1907), Romance de lobos (1908) y Cara de plata (1922)- da un paso importante hacia el feísmo y el tremendismo de la última etapa. Estas obras están ambientadas en una Galicia intemporal, arcaica y bestial, que evoca la truculencia y el lirismo de Shakespeare. Los personajes (hidalgos, religiosos, mendigos...), carentes de moral, sacrílegos y feroces, viven en un mundo en el que las pasiones, a flor de piel, conviven con lo misterioso y con la muerte. Son motivos constantes la lujuria, la crueldad, el despotismo, la ambición, lo sobrenatural, la superstición o la brujería.

Divinas palabras (1920) supone la culminación del ciclo mítico y su límite, porque abre ya su etapa esperpéntica o de madurez. Es una "tragicomedia de aldea" cuyos protagonistas compiten por adoptar a un sobrino, un enano hidrocéfalo que ha quedado huérfano, para exhibirlo por ferias y aldeas y sacar partido de su deformidad. En los caminos, tabernas y romerías por los que se mueven los personajes se ve un mundo miserable y cruel en el que la maldad, la lujuria y lo inmoral lo impregnan todo.

La lengua de estas obras es muy rica, variada en registros -formal y coloquial, con vulgarismos y ruralismos, con refranes y frases hechas-, muy plástica y expresiva. En ellas no se cumplen las unidades dramáticas clásicas, y la escenografía es minuciosa y complicada. Aunque estaban concebidas para la representación, el autor sabía que iban a ser leídas en libro, por lo que ya emplea largas y literarias acotaciones.

Farsas y Esperpentos

La etapa de plena madurez de Valle comenzó poco antes de 1920, año en el que logró representar dos farsas, escribió otras dos y publicó casi a la vez Divinas palabras, cumbre del ciclo mítico, y Luces de bohemia, el primer esperpento. Es la etapa de las farsas y los esperpentos.

Ciclo de la Farsa

El ciclo de la farsa lo componen cuatro obras breves en las que Valle buscaba el distanciamiento del espectador haciendo una caricatura sarcástica de la sociedad y la política españolas de su tiempo y del siglo anterior.

Los protagonistas se deshumanizan para que parezcan peleles. Menos una, todas las farsas están escritas en verso y pensadas para ser representadas por muñecos, por lo que las llamó Tablado de marionetas para educación de príncipes. El ciclo está constituido por Farsa infantil de la cabeza del dragón (1909), La marquesa Rosalinda (1912), Farsa italiana de la enamorada del rey (1920) y Farsa y licencia de la reina castiza (1920). El lenguaje, deformado ya como en Divinas palabras, es cada vez más esperpéntico.

El Esperpento: Nueva Estética Teatral

Su máxima aportación dramática y cumbre del teatro expresionista fue el esperpento, nuevo género y nueva estética que Valle decía haber tomado de las pinturas negras de Goya y del sarcasmo de Quevedo. El esperpento consiste en la deformación sistemática y grotesca de personajes, situaciones y ambientes de la vida española, de modo que deforma la realidad -que paradójicamente ya está deformada por sí misma-; y lo que se muestra en el escenario es una imagen ridícula que pone en evidencia la verdadera realidad, la que hay detrás de la fachada que vemos con los ojos de lo cotidiano. Para ello, Valle se sitúa más allá de la compasión, el dolor y la risa para mirar a los personajes desde arriba, como él mismo decía. El resultado es una crítica nihilista y cruel de la sociedad, la época y el ser humano que no propone alternativa, y que sigue siendo hoy tan desasosegante como en 1920.

La herramienta más poderosa del esperpento es la deformación del lenguaje, donde Valle mezcla expresiones refinadas y hasta pedantes con otras vulgares y con la jerga barriobajera y castiza, el habla de la taberna, la de la delincuencia y la del prostíbulo. A ello añade la ironía y el sarcasmo para revelar lo absurdo de una sociedad grotesca que vive de las apariencias y desenmascarar la corrupción en todos los estamentos sociales, en las instituciones oficiales y académicas y, en definitiva, en la forma de vida de España. Como Valle sabía que estas obras, tanto por motivos técnicos como ideológicos, no se iban a representar, dio gran relevancia a las acotaciones, verdaderas joyas impresionistas de técnica cinematográfica con abundantes referencias a lo que no se puede ver en el escenario pero que la obra debe sugerir, así como al olfato y al tacto.

Ciclo del Esperpento

Valle inició el ciclo del esperpento con Luces de bohemia (1920). A esta tragedia siguió la trilogía Martes de carnaval, compuesta por Los cuernos de don Friolera (1921), que ridiculiza el concepto de honor del teatro clásico, Las galas del difunto (1926), que parodia el mito de don Juan, y La hija del capitán (1927), sobre una grotesca dictadura militar similar a la de su novela Tirano Banderas (1926).

Luces de Bohemia

  • Trama: Narra el último día de vida de Max Estrella, un poeta ciego y pobre que, junto a su amigo Don Latino, pasa sus últimas horas en contacto con personajes grotescos y miserables, que representan la decadencia de la sociedad española de principios del siglo XX.
  • Temas: Reflexiona sobre la religión y el sentido trágico de la vida. Protesta ante una sociedad hipócrita, insensible y represora: "La sociedad española es una sociedad en la que la verdad, la justicia y los valores han sido sustituidos por máscaras vacías de sentido".
  • Rasgos estilísticos: Acude al humor y a la ironía. Da una gran importancia a las acotaciones. Mezcla registros en los diálogos entre personajes. Se enfoca en el uso de las luces en la escenografía.

Tras la Guerra Civil (años 40), en el país, destrozado, se estableció el régimen autoritario franquista, caracterizado por la represión y el aislamiento. En los 50, comienza una leve apertura del régimen con la entrada de tecnócratas y el surgimiento de la oposición. A partir de los años 60, la dictadura queda en segundo plano ante la preeminencia de sectores liberales y reivindicativos, que reclaman la democracia.

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