El Teatro Trágico de Federico García Lorca: Amor, Frustración y Libertad

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El Teatro de Federico García Lorca: Un Universo de Pasión y Represión

La obra dramática de Federico García Lorca se caracteriza por la presencia de temas recurrentes que conforman un entramado indisoluble. Junto al amor (con una marcada tendencia a un pansexualismo que difumina las fronteras entre el amor homosexual y el heterosexual), destaca el tema de la frustración y el destino trágico. Sus obras están pobladas por seres marginados, que manifiestan un profundo malestar y un sentimiento de impotencia, condenados a la soledad y a la muerte.

La Búsqueda de una Literatura Auténtica

A partir de los años 30, Lorca busca una literatura más sincera, arraigada en sus propios conflictos y en los problemas universales del ser humano. Encuentra en el género dramático el vehículo idóneo para expresar esta inquietud. En el teatro lorquiano, como en su poesía, se distinguen dos planos de existencia en constante conflicto: uno íntimo y subjetivo, y otro exterior, marcado por la represión y el convencionalismo.

Lorca plantea que la transgresión de estas normas represivas se presenta como la única vía de liberación de una realidad convencional. Sin embargo, la resolución dramática del conflicto es invariablemente trágica: la ruptura de estas normas conlleva la muerte, la soledad o la frustración. Esta dinámica se manifiesta de manera especialmente intensa en sus grandes obras dramáticas de los años treinta.

La Trilogía Dramática de la Tierra Española

Sus obras más destacadas conforman lo que se ha denominado la "trilogía dramática de la tierra española", donde se desarrolla magistralmente el tema de la oposición entre el deseo de libertad y las fuerzas represivas.

  • Bodas de sangre (1933): Un drama visceral de instintos y deseos primarios. Narra la historia de un amor que culmina en tragedia debido a su imposibilidad de concretarse dentro de las rígidas estructuras sociales de la Andalucía gitana, un microcosmos dominado por fuerzas irracionales (símbolo de cualquier entorno cerrado e irracional).
  • Yerma (1934): Una tragedia sobre el amor frustrado y el drama de la mujer estéril. El obsesivo deseo de la protagonista de proyectar su amor en un hijo transforma el amor por su marido en una fuerza irracional.
  • La casa de Bernarda Alba (1936): Considerada la obra cumbre de la trilogía, presenta la historia de Bernarda y sus cinco hijas, quienes se ven sometidas a un riguroso luto en el claustrofóbico ambiente de su hogar.

La Casa de Bernarda Alba: Culminación del Teatro Lorquiano

Toda la acción se desarrolla en el interior de la casa, un universo cerrado dominado por el silencio ("¡Silencio!" es la primera y la última palabra de Bernarda en la obra) y por su poder tiránico. El mundo exterior, conectado a través de la Poncia, la sirvienta de Bernarda, está representado por el pueblo, tan hipócrita como los propios habitantes de la casa. Pepe el Romano, aunque ausente físicamente, se convierte en el motor de la acción: este galán, símbolo del "macho", es el objeto del deseo de todas las hijas de Bernarda. Solo Adela, la menor, desafiará la autoridad y las convenciones impuestas por su madre y el pueblo, consumando su deseo. Sin embargo, esta rebeldía tendrá consecuencias fatales: la muerte, propiciada por la hipocresía de quienes la rodean.

En definitiva, La casa de Bernarda Alba representa la cúspide del teatro de Lorca, donde convergen sus grandes obsesiones y donde el lenguaje alcanza una intensidad poética difícilmente superable.

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