Temas poéticos de Miguel Hernández
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Nacido en 1910, en el seno de una familia humilde, Miguel Hernández está considerado como uno de los poetas más significativos del siglo XX, cronológicamente pertenece a la generación del 36. El más importante es la fusión de tradición e innovación en su obra. Desde siempre ha estado muy ligado a la naturaleza, como poeta y como persona.
Adolescencia y primeros poemas
En sus versos de adolescencia, plasma la belleza de la realidad circundante, lo que le llevará a la publicación de su primer poemario, Perito en lunas (1932), en el que mantiene esa tendencia de reflejar una naturaleza embellecida. Pero a partir de El rayo que no cesa (1936), la naturaleza se convierte en parte del imaginario poético Hernandiano, ya no se trata tan sólo de una fuente de inspiración, sino que se integra en la temática creando símbolos.
La naturaleza como símbolo
Así, las flores, vergeles y Vegas remiten al amor, el huerto a la fecundidad y el oasis a la amada. Lo mismo sucede con los fenómenos atmosféricos, surge de este modo el campo asociativo del viento, que encarna las ansias de libertad o de la tormenta, representación del dolor. La poesía Hernandiana se nutre de símbolos del animalario, desde El rayo que no cesa, hay un paralelismo simbólico entre el poeta y el toro de lidia, destacando en ambos su destino trágico del dolor y de muerte.
La poesía de guerra
En contraposición al toro, el buey representará la mansedumbre, la sumisión y la cobardía. En esta poesía de guerra, el ruiseñor, símbolo de la primavera en el huerto hernandiano de la producción poética anterior, se convertirá en el trasunto del poeta-cantor del pueblo.
Grandes motivos poéticos
Por otra parte, la poesía del Oriolano se modula entorno a otros tres grandes motivos, tres grandes temas de la poesía de siempre: el amor, la vida y la muerte. El rayo que no cesa, su principal poemario amoroso, remite al cancionero de Petrarca, de ahí que este sentimiento se perciba como fatal tortura.
Poesía de testimonio y denuncia
El estallido de la guerra civil en julio de 1936, arrastran a Hernández a una poesía de testimonio y denuncia que se materializará en el volumen Viento del pueblo (1937), en el que el tema del amor se funde con una poética de combate. El hombre acecha (1939), un texto donde el poeta pasa de cantar a susurrar amargamente, o dicho de otra manera, de exaltar a los héroes a lamentarse por las víctimas.
Últimas vivencias del poeta
Las últimas vivencias del poeta, el fallecimiento de su hijo, la derrota de la República, encarcelamiento y su soledad, se plasman en su último poemario, Cancionero y romancero de ausencias, iniciado en 1938, a raíz de la muerte de su primer hijo. Esta obra póstuma se fue nutriendo con poemas escritos desde la cárcel.
Conclusión
Se puede concluir que la obra de Miguel Hernández se origina una clara simbiosis entre tradición y vanguardia, y que el predominio de una u otra influencia viene determinada por la propia evolución del artista. El trayecto del poeta Oriolano es, en consecuencia, una acertada recopilación de todas las tendencias poéticas del momento, lo cual enriquece sobremanera la obra de una de las figuras más representativas de las letras castellanas del siglo pasado.