Templanza: Definición, Características y Relación con los Placeres Según Aristóteles
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La Templanza Según Aristóteles (Libro III, Capítulos 10-12)
Aristóteles, en su obra, explora la virtud de la templanza y su crucial relación con la prudencia. Establece que sin templanza no puede existir la prudencia, y viceversa. La templanza se define como el punto medio entre dos vicios: el desenfreno y la insensibilidad. Es, por tanto, una "mediedad" respecto a los placeres.
Tipos de Placeres y su Relación con la Templanza
Aristóteles distingue dos tipos principales de placeres:
- Placeres del alma: Son aquellos con los que uno se complace sin que el cuerpo se vea afectado. Estos placeres no están relacionados con la templanza.
- Placeres del cuerpo: Estos son los placeres que sí tienen relación con la templanza.
Análisis de los Sentidos y la Templanza
Aristóteles examina cómo los cinco sentidos se relacionan con los placeres corporales y, por ende, con la templanza:
- Vista: El goce derivado de la vista (por ejemplo, la apreciación de la belleza) no se considera propio de la templanza ni del desenfreno.
- Oído: El disfrute excesivo de melodías o representaciones escénicas tampoco se asocia directamente con la templanza o el desenfreno.
- Olfato: Puede tener relación con la templanza, pero solo "por accidente", es decir, cuando un olor evoca un recuerdo placentero (por ejemplo, el aroma de una persona deseada).
- Gusto y Tacto: Aristóteles inicialmente excluye el gusto (como en el caso de un catador de vinos). Sin embargo, señala que el tacto, especialmente en relación con los placeres sexuales y la bebida, es el sentido más fuertemente ligado al desenfreno.
El desenfreno, por lo tanto, se vincula principalmente con el tacto, el sentido considerado "más común" y censurado porque se manifiesta no solo en los hombres, sino también en los animales.
Displacer, Insensibilidad y Templanza
A diferencia de la valentía, donde se soportan los displaceres, la templanza y el desenfreno se definen por la relación con el placer. El desenfrenado sufre más de lo debido al no alcanzar los placeres, mientras que el templado no se aflige por la ausencia de lo placentero.
Aristóteles describe al insensible como alguien para quien nada es bueno o todo le es indiferente. Considera que este tipo de persona está "lejos de ser un hombre" y que tal condición apenas tiene nombre, ya que es extremadamente rara.
El Hombre Templado
El templado se sitúa en el término medio. No se deleita excesivamente en los placeres que más disfruta el desenfrenado, ni en general en lo que no debe. No se aflige por la falta de placeres, o lo hace moderadamente. Desea de forma mesurada aquello que es agradable y conduce a la salud o al bienestar, y se guía por la "recta razón".
La Razón y los Apetitos
Aristóteles concluye que los apetitos deben ser moderados y pocos, y no oponerse a la razón. Así como los niños deben vivir de acuerdo con la dirección de sus preceptores, los apetitos deben someterse a la razón. Esta es la clave para alcanzar la templanza.