Templo de Abu Simbel: Icono del Poder Faraónico de Ramsés II
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Ficha Técnica: El Templo de Abu Simbel
La fachada del templo de Abu Simbel, construido durante el reinado del faraón Ramsés II de la XIX dinastía, es una obra arquitectónica emblemática del arte egipcio, específicamente del período del Imperio Nuevo.
Análisis Detallado de la Obra
La imagen muestra la fachada del templo esculpida en la pared rocosa de una montaña, un templo speo excavado en la roca. La fachada destaca por las cuatro gigantescas estatuas sedentes de Ramsés II, cada una alcanzando los 22 metros de altura. Estas estatuas, distribuidas en parejas a ambos lados de la entrada, representan al faraón semidesnudo, ataviado con un faldellín y los atributos de su rango: el tocado (Klaft), la cobra o aureus, la doble corona del Alto y Bajo Egipto, y la barba postiza.
A los pies de las estatuas, de menor tamaño, se encuentra la representación de la reina Nefertari, esposa principal de Ramsés II, para quien se construyó un templo similar cercano. También se representan otros miembros de la familia real. En la base, se observan halcones y representaciones del faraón en actitud de marcha.
Sobre la entrada adintelada, un nicho alberga una representación del dios Ra, con cabeza de halcón y el disco solar. A ambos lados, el faraón es representado en relieve rehundido, de cuerpo entero, adorando al dios. El resto de la fachada se completa con relieves y escritura jeroglífica que alaban las victorias del faraón contra sus enemigos. En la parte superior, monos abuinos parecen saludar al sol naciente.
Comentario e Interpretación de la Obra
Construido en el sur del reino, cerca de la frontera con Nubia, el templo de Abu Simbel simbolizaba el poder del faraón Ramsés II y advertía a los enemigos de Egipto. Las enormes esculturas del faraón muestran su fortaleza y grandiosidad, representándolo en la plenitud de su juventud como una deidad.
Las esculturas de la fachada exhiben las características de la estatuaria egipcia: hieratismo, frontalidad, simetría y falta de expresión, en una representación atemporal. En los relieves rehundidos, se observa la representación del torso de frente y el rostro y las piernas de perfil, una característica común en la pintura egipcia.
El templo, excavado en la roca, se compone de una sala hipóstila con pilares osiríacos que conducen a una segunda sala de menor altura y, finalmente, a una tercera sala con las esculturas sedentes de los dioses Ptah, Amón y Ra, junto con Ramsés II, representado como un igual. Esta sala, al fondo del templo, permanecía en penumbra, iluminada solo por los rayos solares durante el amanecer del 20 de octubre (inicio de la estación de peret o germinación) y el 20 de febrero (inicio de la estación de shemu o recolección).
Esta disposición refuerza la imagen del faraón como protector de Egipto y garante del orden cósmico, asegurando el ciclo agrícola que sustentaba al país.
En conclusión, el templo de Abu Simbel es un monumento de propaganda construido para glorificar a Ramsés II, uno de los faraones más poderosos de la historia de Egipto, mostrando su faceta de guerrero y dios que vela por su reino con el apoyo de las principales deidades egipcias.