Tendencias Teatrales en España a Comienzos del Siglo XX: Comercial, Innovador y del Humor

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Situación del Teatro a Principios del Siglo XX

La producción teatral española se vio sometida a una serie de condicionantes sociales y económicos que frenaron el impulso renovador que había experimentado la lírica y narrativa coetáneas. Esto determina la aparición de dos tendencias:

  • Teatro comercial: triunfa en los escenarios y se apega a las fórmulas heredadas del siglo anterior.
  • Teatro innovador: da una visión crítica de la sociedad.

Teatro Comercial

Reúne un conjunto de obras de gran éxito y alejadas de los graves conflictos sociales y políticos. Dentro del teatro comercial se incluyen:

Comedia Burguesa: Jacinto Benavente

Jacinto Benavente (1866-1954) es el dramaturgo que más éxito cosechó durante la primera mitad del siglo XX cultivando el teatro comercial. Dentro de la extensa obra de Benavente distinguimos:

  • Dramas rurales, como La Malquerida (1913).
  • Comedias burguesas, como Gente conocida (1896).

En sus obras, el autor presenta situaciones cotidianas de personajes de las clases acomodadas, en las que critica las hipocresías y convencionalismos de la sociedad de la época, con unos diálogos llenos de naturalidad y una cuidada construcción dramática. Los intereses creados (1907) es su obra más reconocida.

Teatro Poético

Escrito en verso, aparece vinculado al modernismo y al drama histórico romántico. Destacan Francisco Villaespesa y Eduardo Marquina. Es un teatro de ideología tradicionalista, en el que los autores regresan al pasado con el fin de idealizar acontecimientos o personajes de la España medieval. Las obras más destacadas son Los hijos del Cid y En Flandes se ha puesto el sol de Eduardo Marquina.

Teatro del Humor

Agrupa modalidades dramáticas de tema intrascendente, trama fácil y ambientación popular, y destacan la comedia costumbrista, el sainete y el astracán. Los hermanos Álvarez Quintero son los principales cultivadores de la comedia costumbrista y el sainete de ambiente andaluz. Presentan una imagen tópica, amable y superficial de Andalucía. Destaca El genio alegre (1906). Carlos Arniches cultivó el sainete de ambiente madrileño en obras como El santo de la Isidra. Recrea ambientes y tipos populares madrileños. A partir de 1916, Arniches cultiva la tragedia grotesca. Destaca La señorita de Trevélez, que fusiona lo trágico y lo cómico, lo sentimental y lo ridículo en la peripecia cómica.

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