Teoría de Juegos en Ciencia Política y Relaciones Internacionales: Cooperación, Conflicto y Regímenes

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Teoría de Juegos en Ciencia Política y Relaciones Internacionales

La teoría de juegos nos permite analizar problemas cruciales en ciencia política y relaciones internacionales, especialmente aquellos relacionados con la cooperación y el conflicto. A través de acuerdos institucionalizados, se busca estructurar las interacciones internacionales en diversos ámbitos. Aunque los estados son autónomos, la lógica del interés propio impulsa la creación y el mantenimiento de regímenes internacionales que limitan el comportamiento nacional y dan forma a las interacciones globales.

El Dilema de Intereses Comunes y el Dilema del Prisionero

El dilema de intereses comunes surge cuando las decisiones independientes de los actores conducen a equilibrios subóptimos, donde los resultados no son los preferidos por todos. El ejemplo clásico es el Dilema del Prisionero, donde dos individuos, actuando en su propio interés, terminan en una situación peor que si hubieran cooperado.

La política interviene para resolver este dilema. El Estado, como un Leviatán, crea regímenes que constriñen el comportamiento individual, obligando a la cooperación mediante incentivos y castigos. Los individuos aceptan ser coaccionados para asegurar el resultado óptimo de la cooperación mutua, evitando que alguien se aproveche de la cooperación de otros.

Un ejemplo de este dilema es el intento de crear un régimen de comercio internacional después de la Segunda Guerra Mundial.

Aversiones Comunes y la Necesidad de Coordinación

Las situaciones de aversiones comunes se caracterizan por actores que comparten el interés de evitar un resultado específico. Aunque no prefieran el mismo resultado, acuerdan que hay al menos uno que todos desean evitar. Este dilema puede llevar a la formación de regímenes que incentivan a las naciones a renunciar a la toma de decisiones independiente.

Los regímenes para resolver aversiones comunes requieren coordinación. Estas situaciones tienen múltiples equilibrios, y los regímenes no garantizan un resultado particular, sino que aseguran que se eviten ciertos resultados indeseables. La coordinación es difícil cuando los actores no están de acuerdo en el equilibrio preferido. Cuanto mayor sea el conflicto de intereses, más difícil será coordinar las acciones.

Sin embargo, una vez establecido, el régimen que converge las expectativas y permite la coordinación se vuelve autoejecutable. Cualquier actor que se desvíe se perjudica a sí mismo, eliminando la necesidad de vigilancia y cumplimiento. Las convenciones son suficientes en estas situaciones, sin necesidad de instituciones complejas.

Un ejemplo es la norma de que el auto que viene por la derecha tiene preferencia de paso. El contexto determina cuándo cada actor obtiene su equilibrio preferido. Para resolverlo, se requiere comunicación o una norma externa que dirija hacia uno de los dos resultados posibles.

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