Teorías de Weber y Michels sobre los Partidos Políticos

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Weber

Para Weber, los partidos solo pueden existir en sentido estricto en comunidades socializadas, con ordenamiento racional. En líneas generales, los partidos son instrumentos para conquistar el poder con los más diversos medios, desde la violencia hasta la propaganda electoral, contando siempre con el factor dinero. Los partidos son organizaciones para captar votos y para estructurar una clase política capacitada.

A la hora de clasificar los diferentes tipos, Weber señala que los partidos contemporáneos pueden presentar tres grandes variantes:

  1. Organizaciones patronazgo para captar cargos.
  2. Organizaciones doctrinales para realizar ideales políticos.
  3. Organizaciones de clase para vehiculizar intereses corporativos.

Aunque en todos pueden rastrearse los tres elementos en proporciones variables. Weber señaló que la burocratización de los partidos modernos se debe a la racionalización técnica, a la competencia electoral y a la recepción de intereses corporativos externos.

Weber se apercibió de la importancia de las modalidades de financiación de los partidos:

  1. Si los candidatos aportan los fondos, se configuran como plutocracia de aquellos.
  2. Si los fondos donan mecenas ocultos, los partidos actuarán como impulsores de los mismos.
  3. Si los fondos proceden de los militantes, los candidatos dependen del aparato.

Aun así, no hay alternativa para Weber: con todos sus defectos, la democracia de partidos es insustituible, ya que la “democracia de la plaza” es del todo inviable.

Michels

Los modernos partidos de masas se proclamarían democráticos, pero harían imposible el control popular de su organización. Para Michels, cualquier aparato dirigente, por muy legítimo que esté desde el punto de vista democrático, funciona como oligarquía, siendo esta tesis muy determinista en su enfoque. A su juicio, la formación de oligarquías sería un factor orgánico y estructural, esto es, consustancial con las sociedades modernas: decir organizaciones es decir oligarquía.

El grupo dirigente, al monopolizar conocimientos y recursos, se hace inamovible y cerrado, y dispone de numerosos medios para manipular. Para Michels, ningún partido escapa a la lógica oligárquica, pues la organización requiere división del trabajo, y la diferenciación implica delegación de autoridad y consolidación de las jerarquías. En consecuencia, los jefes se auto perpetúan y las masas ceden gustosas sus derechos a la minoría dirigente al ser imposible el control real de las bases sobre esta, siendo los procedimientos formales de selección una pura apariencia.

Toda la teoría de Michels se basa en el apriorismo ideológico de la incompetencia “natural” de las masas, de ahí que el autogobierno de las mismas sea reputado intrínsecamente imposible.

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