Tolerancia cultural y discriminación positiva

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Surgiría la duda sobre qué tradiciones deberían asimilarse y cuáles no.

En todo caso, cuando la diversidad se hace evidente, se pone el acento sobre el carácter nacional de la cuestión, dando por hecho que este es “bueno, posible y necesario”.

A) La sociedad homogénea como meta.

B) Unilateralidad en el proceso de cambio.

C) Integración cultural como integración global: este modelo exagera, como criterio de integración, el peso de lo cultural, dejando de lado el criterio social.

D) Desaparición de prejuicios y discriminaciones tras la asimilación efectiva: el individuo se vuelve uno más.

CRÍTICAS AL ASIMILACIONISMO: se le critica desde la ética y desde sus falsas preconcepciones de la homogeneidad. La tolerancia cultural trata de hacer respetar y tener consideración ante los comportamientos, las creencias y costumbres de otras culturas aunque estas difieran de las propias o se contrapongan al marco propio de creencias. Ser tolerante es ser respetuosos, por lo que se vuelve un valor básico para convivir pacíficamente. No solo se trata de respetar lo que los demás digan o hagan, sino de reconocer y aceptar la individualidad y diferencias de cada ser humano. Este valor permite la buena convivencia entre personas con diferentes costumbres. La discriminación positiva suele estar presente en algunas sociedades donde coexisten diversas culturas y el estado pone en práctica políticas compensatorias de esas diferencias multiculturales. Consiste en aplicar beneficios para favorecer en su participación al todo social.

6. Tolerancia cultural y discriminación positiva: La tolerancia cultural consiste en el respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias, mientras que, la discriminación positiva consiste en la aplicación de políticas o acciones para favorecer a grupos minoritarios con el fin de que puedan superar sus desventajas históricas. En la educación pública, por ejemplo, no solo estandariza y unifica, sino que somete y evita las diferencias. Abandonar el proyecto de unificación identitaria conduce a la larga al aislacionismo cultural, al particularismo excluyente y al atomismo social; lo que es causa también de guerras y de violencias injustificadas. El culto a las semejanzas conduce a un igualitarismo que invisibiliza la inequidad, la coacción cultural y la asimilación forzada de las culturas subalternas a la cultura hegemónica.

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