Tradición y Vanguardia en la España del Siglo XX: Góngora y la Deshumanización
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El Modernismo y la Modernización
Tradición y Vanguardia: Góngora y la Deshumanización
En el siglo XVIII, la ideología se basaba en el contrato social y en un estado de sociedad feliz. La mujer se construía como género y se articulaba dentro del ámbito de lo privado (sentimiento), mientras que el hombre lo hacía en el de lo público (razón). El matrimonio dejó de ser un sacramento para convertirse en una unión equilibrada dentro de una sociedad feliz. Los matrimonios forzados tendían a romper este equilibrio. En realidad, todos tenemos una parte más sentimental y otra racional: el corazón y la razón.
Así se va definiendo el sujeto del Romanticismo, el yo soy que se corresponde con la sexualidad o el yo soy del compromiso. La cultura romántica fue la toma de conciencia del fracaso de la Modernidad como modernización. El sujeto feliz es sustituido por un sujeto trágico. La armonía entre lo privado y lo público se convierte en una lucha del yo contra el sistema, el yo frente a la realidad. Cuando Federico García Lorca tiene que construir su identidad personal, encuentra a mano la tradición romántica, en la que se expresan los enfrentamientos de un yo que se queja de una falta de libertad en una sociedad injusta.
Se confrontan dos conceptos de modernidad: por un lado, la modernidad de la "universalización de España", como dice Marichal, y, por otro, la modernidad estética. En este momento, existe un predominio de la civilización burguesa, caracterizada, tal como expuso Marx en el Manifiesto Comunista de 1848, por destruir las condiciones de vida patriarcales y tradicionales, y no dejar "otro vínculo entre los hombres que el frío interés".
En definitiva, modernidad se entiende como modernización. Max Weber señala que esta situación ha despojado de su aureola a todas las profesiones. El artista moderno, sin aureola, se acoge a nuevos valores basados en la transitoriedad, en el cambio y la novedad. Se configura así la modernidad estética, "concepto de crisis" envuelto en una triple oposición dialéctica: a la tradición, a la modernidad como modernización y a sí misma.
El Auge de las Vanguardias
Si tuviésemos que establecer un inicio para la Vanguardia Histórica, tendríamos que señalar el Manifiesto Futurista de Marinetti, publicado en el periódico Le Figaro el 20 de febrero de 1909, traducido y publicado semanas después en la revista Prometeo de Ramón Gómez de la Serna. Las vanguardias rechazan los lenguajes convencionales. No se trata de renovar el arte, sino la concepción del arte en sí. La modernidad estética se extrema.
Con respecto a la Vanguardia en España, no podemos pasar por alto el creacionismo y el ultraísmo. En julio de 1918, llega a España Vicente Huidobro, quien nos traerá libros en clave creacionista, los cuales conmocionarían a Cansinos Assens, quien dirigía una tertulia en el café Colonial de Madrid, de donde saldrá, de la mano de sus discípulos, como Guillermo de Torre, el Ultraísmo. Para entender el creacionismo, en mi opinión, lo mejor que se puede hacer es leer directamente el Non Serviam.
Era el resultado de toda una evolución, la suma de múltiples experiencias. El poeta, en plena conciencia de su pasado y de su futuro, lanzaba al mundo la declaración de su independencia frente a la Naturaleza.
Antecedentes de una Nueva Generación
A partir de 1923, el ultraísmo, como movimiento, no desaparece, sino que va a influir en la Generación del 27, mediante una especie de hibridación. Muchas técnicas del ultraísmo pasan a la Generación del 27.
En esta época, tendrá lugar una serie de programas y proyectos culturales promovidos por la Generación del 14 y por Ortega y Gasset. Los primeros beneficiarios son los componentes de la Generación del 27, que empiezan a publicar por estas fechas.
Ortega pretende europeizar España y reducir el retraso que presenta con respecto al resto de los países. Promueve programas de reformas culturales. La idea no abarcaba tan solo el ámbito de las humanidades; era un camino largo en el que participaban todas las disciplinas, incluida la ciencia. Estas ideas irán desarrollándose en los distintos artículos de la Revista de Occidente.
En España existe una paradoja. No existe una sociedad burguesa consolidada y queremos traer las vanguardias, que se enfrentaban a la burguesía; nacen, de hecho, de esa confrontación. Por tanto, la vanguardia española tendrá que ir de la mano de la burguesía. Se ha de traer, o crear, una burguesía española para que se pudiesen establecer las vanguardias españolas. La Vanguardia se pone al servicio de la Modernización.