La Transformación Agraria en la España del Siglo XIX: Impacto y Consecuencias
Clasificado en Historia
Escrito el en español con un tamaño de 4,61 KB
La Reforma Agraria Liberal en la España del Siglo XIX: Propiedad y Producción
La abolición de los señoríos y de los derechos jurisdiccionales no significó la pérdida de los derechos sobre la tierra de los antiguos señoríos. Muchos campesinos lucharon contra estas resoluciones, aspirando a poder acceder a la propiedad, pero la mayoría de los tribunales consideraron propiedad natural a la nobleza. Tras la reforma, se convirtieron en arrendatarios y el problema del jornalerismo se hizo aún más grave.
La desvinculación de la tierra y la desamortización provocaron una profunda modificación de la propiedad territorial. Sin embargo, la esperanza del liberalismo progresista no se consiguió, ya que, a excepción de algunas zonas, compraron tierras quienes ya las tenían y quienes contaban con recursos para adquirirlas. Que la desamortización no cumpliera la gran esperanza de realizar una reforma en profundidad de las estructuras de la propiedad no debe llevar a considerarlo un fracaso, ya que cumplió con algunos objetivos:
- Financiar la guerra contra el carlismo.
- Sostener la Hacienda Pública.
- Fomentar la construcción de ferrocarril.
Consecuencias de la Reforma Agraria Liberal
La consecuencia más importante de la reforma agraria liberal fue el aumento de la roturación de tierras hasta entonces incultas. La mayor expansión de cultivos se produjo en los cereales, que en 1860 representaban el 80% del suelo agrícola. El segundo cultivo en importancia fue la vid, y también el maíz y la patata, mientras que la ganadería ovina, y con mayor intensidad la lanar, sufrió un retroceso.
El aumento de la producción agrícola se consiguió gracias a un incremento de la superficie cultivada y no como resultado de la modificación de las técnicas de cultivo. El lento aumento de la productividad puede atribuirse a su marco natural poco favorable, pero sobre todo a una estructura de la propiedad que no fomentaba la mejora técnica.
Los Cambios en el Campo Andaluz durante el Siglo XIX
La estructura latifundista en Andalucía era una realidad preexistente y anterior a los procesos de transformaciones agrarias. Las tierras desamortizadas en Andalucía ya eran consideradas antes de los decretos de Mendizábal, Espartero y Madoz. Respecto a la propiedad de las tierras, la consecuencia del proceso fue la continuidad de las estructuras comarcales que ya existían. Sin embargo, la distribución de la propiedad en las tierras andaluzas continuó siendo muy desigual, lo cual se agravó con el incremento demográfico de la segunda mitad del siglo XIX.
Continuidad y Transformación en la Producción Agrícola Andaluza
También se mantuvo una continuidad respecto a la producción, tipos de cultivos y técnicas empleadas. Dicha estabilidad se debió a la rentabilidad económica: si el sistema permitía obtener beneficios sin riesgo, no era necesario cambiarlo. Pero en algunas comarcas la productividad aumentó debido a las inversiones que se llevaron a cabo.
Impacto Social de las Reformas Agrarias en Andalucía
Un balance de beneficios y perjudicados es una cuestión revisable. No obstante, la nobleza no salió mal parada, ya que se integró en la burguesía agraria. Si bien es cierto que muchos antiguos colonos y arrendatarios pudieron acceder a la condición de pequeños y medianos propietarios, para muchos campesinos el despojo de las tierras comunales los abocó a convertirse en asalariados.
Crisis Agrarias y Conflictividad Social en Andalucía
Los efectos de las crisis que afectaron a Europa en el sector agrario comenzaron a presentarse en Andalucía en 1868. La primera crisis fue la del cereal; la respuesta fue la acción protectora del Estado y la utilización de mano de obra abundante y barata que hacía innecesaria la modernización de la explotación. La filoxera, por su parte, que entró en España por Málaga en 1878, se extendió por Andalucía en las dos décadas siguientes y hundió la producción y exportaciones de pasas y vinos malagueños. Un tercer cultivo, el olivar, protagonizó desde 1880 un nuevo impulso a raíz del retroceso de la viña, aunque tras el estallido de la Primera Guerra Mundial perdió sus mercados internacionales. Las repercusiones económicas de estas crisis están en la base de la intensa conflictividad social que se vivió en Andalucía a partir de entonces.