La Transformación Ideológica de Miguel Hernández: Poesía y Compromiso en la Guerra Civil Española
Clasificado en Lengua y literatura
Escrito el en
español con un tamaño de 3,92 KB
El Compromiso Social-Político de Miguel Hernández
Para entender las claves ideológicas de la poesía de Miguel Hernández, así como su evolución, es imprescindible considerar las circunstancias personales del poeta.
La Formación Conservadora e Influencias Iniciales
La juventud de Miguel Hernández estuvo marcada por una educación y formación conservadora y católica, propia de la Orihuela de los inicios del siglo XX. Sus primeras composiciones, publicadas mayoritariamente en las revistas «El Gallo Crisis» y «Cruz y Raya», fueron fruto de la influencia de Ramón Sijé y del canónigo Luis Almarcha, quienes tuvieron un papel decisivo en la formación de Miguel.
Algunas de ellas, como el ciclo de poemas El silbo vulnerado o el auto sacramental Quién te ha visto y quién te ve y sombra de los que eras, deben mucho a San Juan de la Cruz y su Cántico espiritual. Pablo Neruda calificó al joven poeta como «el más grande poeta del catolicismo español».
El Giro Radical y la Adhesión a la República
No obstante, los dos viajes a Madrid que hizo a inicios de la década de los 30 desencadenaron un radical giro ideológico del poeta. En la capital toma contacto con la Escuela de Vallecas y con los artistas de la Generación del 27, lo cual le permitió conocer una realidad distinta a la del mundo cerrado de Orihuela y abandonar sus ideas tradicionalistas.
En 1936, al estallar la Guerra Civil, completó el cambio ya iniciado afiliándose al PCE y comprometiéndose intelectualmente con la República.
Viento del pueblo (1937): El Entusiasmo Bélico
En este contexto escribe Viento del pueblo (1937), caracterizado por el entusiasmo bélico expresado con un tono épico. El estilo de este poemario es más directo y claro que el de El rayo que no cesa (1936) y Perito en lunas (1933), ya que estaba destinado a los soldados y a las gentes sencillas.
Domina la función apelativa, con un abundante uso de exclamaciones y de la segunda persona, tanto para animar a los oprimidos a rebelarse como para lanzar feroces invectivas contra los explotadores, los conformistas cobardes y Hitler y Mussolini. Uno de los muchos ejemplos es «Aceituneros» [9]. Aun así, el poeta ve la guerra como defensa inevitable y manifiesta su anhelo de volver a ser solo esposo [8].
El hombre acecha (1939): Dolor y Desolación
El hombre acecha (1939) coincide con los moldes métricos y estéticos del poemario anterior, pero cambia el tono y el tratamiento temático: desaparece el optimismo revolucionario al alejarse la esperanza de la victoria. Los poemas se tiñen de dolor; ya no hay héroes, sino víctimas, y se acusa el cansancio de la guerra, marcado por tanta muerte y barbarie.
De todos modos, seguimos encontrando ofensas contra la burguesía y el capitalismo, como en «Rusia», así como una llamada a la defensa fraterna de la patria en «Madre España». La visión pesimista del género humano y el tono desolado de este libro se plasman, por ejemplo, en «El tren de los heridos» [11].
La Poesía de la Cárcel: El Retorno al Yo Lírico
Cuando termina la guerra, llega la cárcel, la enfermedad y la soledad. El compromiso político cede paso al llanto nostálgico por la ausencia de los seres queridos en Cancionero y romancero de ausencias (1938-41).
El poeta, que había pasado del «yo» al «nosotros», vuelve ahora al «yo» intimista y lírico, aunque encontramos también mensajes de pacifismo en poemas como «Guerra» o «Tristes guerras» [17]. Ahora, la libertad va de la mano del amor, porque no se pueden encarcelar los sentimientos, como dice en «Antes del odio» [19].
Conclusión
En definitiva, Miguel Hernández fue un hombre comprometido con su época, que no dudó en luchar por sus ideales y cuyas armas fueron las palabras.