Transformación Personal: Desvelando Niveles de Realidad, Conexión y Propósito Vital

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Niveles de Realidad y la Transformación Personal

Una «realidad cerrada» es aquella que se presenta ante nosotros sin una relación inmediata. Constituye un mero objeto, propio del Nivel 1 de Realidad.

La actitud apropiada respecto a los objetos es la de dominio, manejo y disfrute. Sin embargo, si adoptamos hacia un objeto una actitud creativa, nos elevamos al Nivel 2 de Realidad y lo transformamos en una realidad abierta o «ámbito».

Nuestras relaciones con los objetos son meramente lineales (Nivel 1). En contraste, nuestras relaciones con los ámbitos son reversibles (de doble dirección), ya que nos influimos mutuamente. Esto da lugar a una forma eminente de unión: la unión de intimidad, que solo es posible en el Nivel 2, el de la creatividad.

En el Nivel 2, los términos libertad y norma no se oponen, sino que se complementan. En este nivel, se supera la libertad de maniobra y se alcanza la libertad creativa; las normas no son impuestas por un mando arbitrario, sino que proceden de la autoridad de alguien con capacidad para promover nuestro desarrollo vital en algún aspecto.

El Encuentro: La Unión Más Noble

El encuentro es una forma elevada de unión del ser humano con otra realidad, especialmente con otra persona. Es la forma más noble y, por tanto, más exigente, de experiencia reversible.

La creación de un campo de juego común, gracias a la entrega generosa de lo mejor de nosotros mismos y al entreveramiento de nuestros ámbitos de vida, constituye el encuentro personal.

Exigencias para un Encuentro Auténtico

Para propiciar un encuentro auténtico, es fundamental cumplir con las siguientes exigencias (condiciones):

  • Generosidad
  • Disponibilidad de espíritu
  • Veracidad
  • Sencillez
  • Comunicación cordial
  • Perdón
  • Fidelidad
  • Paciencia
  • Cordialidad
  • Compartir actividades elevadas

El encuentro enriquece nuestra vida personal y nos hace alcanzar el máximo desarrollo como personas.

Cuando asumimos estos valores como formas de conducta, los convertimos en virtudes, es decir, en capacidades intrínsecas para el encuentro.

Frutos del Encuentro

Los frutos del encuentro son múltiples y transformadores:

  • Nos hace entrar en juego y nos permite crear una unión de intimidad.
  • Nos otorga energía espiritual.
  • Nos motiva para ser creativos.
  • Nos llena la vida de luz.
  • Nos da alegría, gozo y satisfacción interior.
  • Nos llena de entusiasmo y nos colma de felicidad.

Cuando acontece el encuentro, nos sentimos plenamente situados en nuestra verdad como seres humanos, abiertos por naturaleza al diálogo y la colaboración.

El Ideal de Unidad: Un Poder Transfigurador

El Ideal de Unidad posee un poder transfigurador sobre todo nuestro ser. Si nos orientamos hacia él, nos dejamos inspirar y lo adoptamos como el canon de nuestra vida, su poder transfigurador nos eleva a un nivel de excelencia.

Etapas Clave del Desarrollo Humano hacia la Plenitud

6ª: La transformación de la libertad de maniobra en libertad creativa

Cuando nos distanciamos de nuestras apetencias inmediatas, logramos una visión integral de la situación en la que nos hallamos y elegimos en atención al Ideal de Unidad.

7ª: La vida supuestamente anodina se colma de sentido

La vida adquiere sentido cuando está bien orientada hacia las metas adecuadas. La meta por excelencia en nuestra existencia es el Ideal de Unidad.

8ª: La vida pasiva se vuelve creativa

Toda actividad que realicemos inspirados por el Ideal de Unidad nos eleva a una cota de excelencia.

9ª: La vida cerrada se torna abierta, creadora de relaciones

Las realidades valiosas son una especie de nudos de relaciones.

10ª: El lenguaje pasa de ser mero medio de comunicación a vehículo viviente del encuentro

La función primaria del lenguaje no es solo posibilitar la comunicación, sino crear vínculos cordiales. El lenguaje auténtico es aquel que sirve de vehículo para forjar relaciones de amor. Asimismo, el silencio auténtico implica una actitud de atención a realidades que son tramas de relaciones.

11ª: La vida temeraria, entregada al vértigo, se torna prudente, inspirada en el Ideal de Unidad

Si consideramos lo atractivo inmediato como una mera meta a conseguir, somos presa del vértigo.

12ª: La entrega al frenesí de la pasión se trueca en amor personal

Si confundimos el entusiasmo propio del proceso de éxtasis con la euforia propia del proceso de vértigo, sufrimos un desquiciamiento espiritual sumamente peligroso.

Vértigo y Éxtasis: Dos Caminos Opuestos en el Desarrollo Humano

Los procesos de vértigo y éxtasis son diametralmente opuestos en su origen, desarrollo y consecuencias. La actitud que subyace al vértigo es el egoísmo, mientras que la que inspira el éxtasis es la generosidad.

El proceso de vértigo implica una serie de experiencias intensas, pero negativas, ya que, aunque producen euforia al principio, nos conducen finalmente a la destrucción. Por el contrario, el proceso de éxtasis engarza diversas experiencias positivas, pues nos llevan al encuentro y culminan en la experiencia cumbre que supone el descubrimiento del ideal de vida.

La experiencia apasionada del vértigo provoca desazón en nuestro espíritu, al lanzarnos a un tipo de actividad que no culmina en el encuentro, sino en el desamparo de una soledad extrema. Por ello, no engendra propiamente dinamismo, sino simple agitación. La persona entregada al frenesí del vértigo no hace sino girar sobre su propio eje, sin avanzar un ápice en su desarrollo personal.

En contraste, la experiencia de éxtasis suscita en nuestro interior una fecunda inquietud, una tensión sosegada hacia los modos perfectos de encuentro.

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