Transformación del Estado: Del Socialismo a la Consolidación del Bienestar Social
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El Estado Socialista: Orígenes y Principios
Surgieron movimientos reivindicativos para luchar por unas mejores condiciones de trabajo y de vida. Los movimientos obreros se enfrentaron a una burguesía que estaba más interesada en sacar provecho de la nueva situación económica que en defender las ideas liberales y que fue incapaz de dar respuesta a los problemas que esa situación había planteado.
También nació el pensamiento socialista que, frente a la defensa de la libertad individual que hacía el liberalismo, defendía la igualdad material, la necesidad de que existieran unas condiciones económicas y sociales suficientes e iguales para todos los ciudadanos. Como el mercado, al no existir condiciones de igualdad entre los hombres, oprimía a unos mientras beneficiaba a otros, proponía como medio para conseguir esa igualdad que la propiedad de los medios de producción, el control de la producción y la distribución de los bienes económicos estuviera en manos de la colectividad y no de los individuos.
La función del Estado no sería ya la de garantizar la libertad individual, sino la de crear las condiciones materiales para que todas las personas disfrutaran en condiciones de igualdad de sus derechos económicos y sociales. El socialismo, en una de sus versiones más realizadas históricamente, pensaba además que el Estado, una vez que se hubiera acabado con la propiedad privada de los medios de producción y estos se hubieran socializado, desaparecería puesto que no había sido a lo largo de la historia más que una institución al servicio de la clase dominante.
El Estado de Bienestar: Evolución y Desafíos
A partir de la segunda mitad del siglo XX y como consecuencia de la influencia del pensamiento socialista y de la lucha sindical, los estados liberales y democráticos de derecho introdujeron en su quehacer una serie creciente de servicios a la sociedad, dando origen a lo que se conoce con el nombre de Estado de Bienestar o Estado Social y Democrático de Derecho.
El Estado de Bienestar asume como tarea propia la defensa de los derechos sociales, económicos y culturales de todos los ciudadanos, los llamados derechos de segunda generación, lo que le lleva a intervenir en el orden económico y social para tratar de conseguir una igualdad real de oportunidades, una situación de pleno empleo y un acceso de los grupos sociales más débiles a la satisfacción digna de sus necesidades fundamentales. Los defensores del Estado de Bienestar insisten en que los derechos fundamentales no pueden quedar reducidos a derechos meramente formales, sino que deben poder ser disfrutados realmente por todos los ciudadanos.
Para conseguir sus objetivos se valen, entre otros medios, de:
- Una política fiscal y presupuestaria.
- Un cierto control de la actividad económica.
- Una participación directa en algunas actividades económicas.
Nacen así la escuela pública gratuita, la asistencia médica universal y también gratuita, las pensiones de jubilación y el seguro de desempleo, con lo que el concepto de democracia se extiende a otras esferas de la vida social.
Como la satisfacción de esos derechos obliga a los estados a un gasto público elevado y, consecuentemente, a una política fiscal con un fuerte carácter impositivo, en las últimas décadas del siglo XX se originan una serie de críticas al Estado de Bienestar, al que en sentido peyorativo se denomina Estado Benefactor. Entre las críticas se incluyen:
- Haber aumentado innecesariamente la burocracia.
- Haber reducido la iniciativa privada hasta el punto de convertir a los ciudadanos en sujetos pasivos que esperan que les den los problemas solucionados.
- Haber gravado de impuestos al capital de manera tal que le ha impedido crear riqueza, haciendo que la sociedad sea cada vez más pobre.
Sin embargo, hay que señalar que muchos de los que critican tanto el Estado de Bienestar lo hacen en nombre de una teoría del Estado mínimo de corte neoliberal y neocapitalista que tiende a olvidar las enormes injusticias del modelo económico actual, presidido por la globalización.