Transformaciones Económicas y Demográficas en Europa: Siglo XVIII y Principios del XIX

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Antecedentes de las Transformaciones del Siglo XIX

El Antiguo Régimen es el período que se inició en el siglo XVIII en Europa Occidental. Las sociedades europeas de la Edad Moderna habían superado la etapa medieval y feudal, pero seguían manteniendo un modo de vida basado en la economía agraria. Los rendimientos eran muy bajos y se dedicaban al autoconsumo. La producción agrícola permitía mantenerse a duras penas a causa de las inclemencias del tiempo, plagas y subidas de impuestos. Por esta razón, se originó la crisis de subsistencia.

A lo largo del siglo XVIII, se dieron cambios en la agricultura: se desarrollaron nuevos cultivos e innovaciones técnicas. Estos cambios tuvieron como consecuencia un aumento de la producción.

La Producción Artesanal y el Comercio

En cuanto al trabajo artesanal, continuaba satisfaciendo las necesidades de la población, controlado por los gremios. Pero durante el siglo XVIII, los gremios perdieron relevancia, ya que se empezaron a instalar manufacturas (grandes talleres) y aumentó la producción de mercancía.

Por otro lado, cabe destacar el comercio de ultramar, que fue la actividad económica que tuvo más desarrollo en el Antiguo Régimen. Este comercio se extendió por América, África y Asia. Para ello, los europeos establecieron colonias para comerciar con mayores ventajas (vendían productos de poco valor a elevado precio y obtenían a cambio materias primas).

Poco después, la posesión de colonias se convirtió en una serie de conflictos que duraron a lo largo del siglo XIX y principios del siglo XX. Este tipo de comercio estaba en manos de los monarcas europeos, que aplicaron un sistema económico llamado mercantilismo. Este sistema se basaba en que, si un Estado quería ser rico y poderoso, debía poseer una gran cantidad de oro y plata. Por esta razón, ejercieron un fuerte control sobre las manufacturas y el comercio para facilitar las exportaciones. Esto tuvo como consecuencia la acumulación de capitales y metales preciosos.

La Población Europea

La población europea conservaba varias características demográficas propias de la época feudal: había altas tasas de natalidad, pero también elevadas tasas de mortalidad. Había una situación de hambre y empobrecimiento de la población provocada por malas cosechas, enfermedades infecciosas y falta de higiene.

Pero a mediados del siglo XVIII, Europa experimentó un crecimiento demográfico acompañado de transformaciones económicas. La mortalidad empezó a descender, por lo que aumentó la esperanza de vida y creció la población. El descenso de la mortalidad se debió, en gran parte, al aumento de la producción agrícola. Esta mejora evitó la crisis de subsistencia y mejoró la higiene, entre otros factores. El aumento de la población tuvo como consecuencias un incremento de la demanda de alimentos y productos manufacturados, y un aumento de la mano de obra para trabajar en el campo y en las nuevas industrias.

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