Transformaciones Sociales en España: Siglo XIX y Principios del XX

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Crecimiento Demográfico y Transición a la Sociedad de Clases

Durante siglos, la sociedad española estuvo condicionada por una estructura social estamental que apenas experimentó modificaciones. Sin embargo, en el siglo XIX, especialmente a partir de 1833 (tras la muerte de Fernando VII), se sentaron las bases de una nueva sociedad donde, en teoría, todos los individuos eran iguales ante la ley. La sociedad dejó de dividirse en estamentos cerrados, con derechos y obligaciones diferentes, y se estructuró en una **sociedad de clases**, donde el criterio de división de la población era fundamentalmente el **nivel de renta**.

Esta población experimentó a partir de 1833 un notable **crecimiento demográfico**. Entre 1833 y 1857, la población aumentó en 3.200.000 habitantes, gracias a las mejoras en la alimentación (extensión de cultivos, incorporación de la patata a la dieta), avances de la medicina preventiva (vacunación) y la introducción de medidas higiénicas. Al concluir el tercer cuarto del siglo XIX, España mantenía altas tasas de natalidad (36 por 1000) y de mortalidad (30,4 por 1000). Esto se debía principalmente a que el crecimiento demográfico no se acompañó de un paralelo desarrollo económico. Se seguían produciendo crisis de subsistencia y hambrunas, que explicaban la alta mortalidad junto a las epidemias (sarampión, tifus, tuberculosis).

La población tenía una distribución desequilibrada, con un alto contraste entre la periferia litoral, muy poblada, y el centro peninsular, escasamente poblado. En este momento se inició también el **éxodo rural**. Las ciudades, sedes de un incipiente desarrollo industrial, se convirtieron en un foco de atracción para la población rural. Pero fue durante los años de la Restauración cuando el éxodo rural se intensificó, sobre todo dirigido a las capitales de provincia, a los núcleos industriales de Cataluña y el País Vasco, y a las grandes ciudades (Madrid y Barcelona sobrepasaron los 500.000 habitantes). Cabe destacar la emigración a América, procedente sobre todo de Galicia, Asturias y Canarias. Se estima que entre 1880 y 1914, un millón de españoles cruzaron el Atlántico.

Los años finales del siglo XIX y primeros del XX supusieron una disminución de la tasa de mortalidad, aunque la de natalidad se mantuvo en torno al 30 por mil hasta la Primera Guerra Mundial. Esto supuso un gran crecimiento demográfico: en 1900 la población española se estimaba en 18,6 millones, que se convirtieron en algo más de 23 millones a finales del reinado de Alfonso XIII.

Estructura Social: De la Nobleza a la Clase Obrera

Como ya hemos dicho, esta población experimentó importantes cambios sociales como consecuencia de las nuevas estructuras políticas y económicas que dejaron atrás el Antiguo Régimen:

  • Nobleza: Desapareció como categoría en los censos oficiales, pero no perdió su lugar predominante en la estructura social. Resultó beneficiada por la desamortización, pero la abolición de los mayorazgos hizo que algunas familias sufrieran una profunda dispersión. Algunos nobles pasaron al mundo de los negocios y de las finanzas, mientras que otros permanecieron vinculados al campo. Además, el desarrollo de Madrid hizo surgir un nuevo tipo de cortesano que residía en la capital pero tenía establecidas sus bases latifundistas en Andalucía, Extremadura o Castilla. Aunque muchos eran liberales en política, desde el punto de vista religioso y social eran conservadores.
  • Alta Burguesía: Vinculada al proceso de modernización económica, defendía el liberalismo político (a través del sufragio censitario y la defensa de la propiedad privada) y el progresismo cultural, mientras que compartía con la nobleza sus gustos y estilo de vida. Ambos grupos regían la vida social: organizaban suntuosas fiestas, asistían a la ópera, a los teatros y a los hipódromos, y establecían su domicilio en los ensanches de las ciudades o en los barrios residenciales. Imponían usos y costumbres que eran imitados por todos los sectores sociales. Sin embargo, la presión del movimiento obrero les hizo sentirse inseguros, por lo que acabaron buscando el apoyo del ejército.
  • Ejército: Fue uno de los grupos sociales más importantes de la vida española en el siglo XIX. Sus generales y oficiales formaban parte de las clases medias e incluso de las clases altas.
  • Clases Medias: Con una importancia numérica restringida, estaban formadas por la pequeña burguesía (pequeños empresarios, comerciantes, agricultores medios, funcionarios y profesionales liberales). Eran mucho más plurales que la clase alta en cuanto a posturas políticas, aunque en general eran partidarias de reformas moderadas que no pusieran en peligro su estabilidad. Se reunían en liceos, ateneos y casinos, asistían a los toros y a la zarzuela, e intentaban emular las formas de vida de la alta burguesía.
  • Clases Bajas: La gran mayoría de la población española pertenecía a las clases bajas. El mantenimiento de formas anacrónicas de propiedad (latifundismo y minifundismo) y de sistemas de producción arcaicos hizo que la vida del campesinado español fuera muy dura y el mundo rural siguiera anclado en el pasado. A mediados de siglo, cerca del 55% de la población agraria era jornalera, otro 11% era arrendataria y un 34% era propietaria. Las medidas adoptadas por el liberalismo apenas los beneficiaron. Los conflictos agrarios se manifestaban en ocasiones de forma violenta, pero las agitaciones eran duramente reprimidas, lo que explica el rápido desarrollo de las doctrinas comunistas y anarquistas en zonas agrícolas.

Génesis y Desarrollo del Movimiento Obrero

Aunque la mayoría de la población española seguía siendo campesina, el principal cambio social del siglo XIX fue la aparición de la **clase obrera industrial**. El incipiente desarrollo de la industria hizo fluir a las ciudades a miles de trabajadores agrícolas en paro. El resultado fue el crecimiento de los barrios obreros, carentes de las condiciones higiénicas adecuadas y formados por barracas y chabolas construidas precipitadamente. El trabajo en las fábricas implicaba jornadas de 12 a 14 horas, con salarios bajos, paro y explotación infantil. El analfabetismo, igual que en el campo, era general.

Los primeros intentos de asociación obrera fueron las **“sociedades de ayuda mutua”**, que al principio solo querían defender sus salarios, pero fueron prohibidas en 1844. Los obreros comprendieron que los liberales, incluidos los progresistas, no iban a defender su causa, por lo que se alinearon con los partidos demócratas y republicanos. A partir de 1863, los obreros comenzaron a movilizarse de nuevo, pero ahora abiertamente politizados. La revolución de 1868 despertó las esperanzas obreras y campesinas, que creyeron que con ella comenzaría el proceso de reformas sociales que esperaban. Pero la llegada de la Restauración provocó la separación definitiva del movimiento obrero respecto a los partidos demócratas y republicanos. A partir de la promulgación de la **Ley de Asociaciones de 1887**, los partidos obreros se organizaron legalmente.

El movimiento obrero internacional estaba escindido en dos grandes corrientes ideológicas: los **socialistas marxistas** y los **anarquistas** de Bakunin. En España:

  • **Socialismo**: El partido socialista más importante era el **PSOE**, fundado en 1879 por Pablo Iglesias, que seguía la corriente marxista que defendía el fin de la sociedad capitalista mediante la revolución obrera para establecer una dictadura del proletariado. Sin embargo, poco a poco el PSOE evolucionó hacia posiciones reformistas (**socialdemocracia**) presentando candidatos en las elecciones. En 1888, Pablo Iglesias fundó el sindicato **UGT**, que centró su lucha en la mejora de las condiciones de trabajo (salario mínimo, jornada de 8 horas, descanso dominical, prohibición del trabajo infantil).
  • **Anarquismo**: Los anarquistas carecían de una única doctrina, pero tenían en común el rechazo de toda forma de organización estatal. En España, encontramos dos corrientes: en Andalucía, el anarquismo de Bakunin, que propugnaba la formación de comunidades autogestionadas, sin propiedad privada; y en Cataluña, el **anarcosindicalismo**, que quería mantener los sindicatos como forma de organización social. La **CNT**, fundada en 1911, fue el sindicato anarquista más importante. Hubo además una corriente que defendía la acción directa, es decir, actos de terrorismo contra los poderes del Estado: políticos, banqueros, monarquía, iglesia, empresarios o terratenientes.

Conclusión

El principio del siglo XX estuvo caracterizado socialmente por el **crecimiento de las organizaciones obreras** y por su **capacidad de movilización**.

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